El príncipe Felipe preside en solitario por vez primera la entrega de los premios que llevan su nombre

El Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, expresó ayer su satisfacción y el convencimiento de que los premios que llevan su nombre "deben ser ajenos a cuestiones políticas concretas para referirse a esos otros principios universales que no reconocen tiempos ni fronteras". El heredero de la Corona presidió por primera vez sin la compañía de sus padres la entrega de los premios celebrada ayer en el teatro Campoamor de Oviedo y que cumplen su sexta edición. El acto fue menos emotivo que en años precedentes. El discurso del escritor Mario Vargas Llosa, que habló en nombre de todos los premiados, fue muy aplaudido.

La creación del Premio de los Deportes para el año próximo fue ratificada con la intervención del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, quien exaltó la presencia de una "disciplina nueva y arrolladora, el olimpismo y el deporte" para justificar este nuevo galardón.El público, que abarrotó el teatro Campoamor, acogió con una calurosa ovación a monseñor Santiago Tapia, que recogió en nombre de la Vicaría de la Solidaridad de Chile el Premio a la Libertad, creado este mismo año con motivo de la mayoría de edad del Príncipe. Después recogieron sus galardones Roberto Marinho, presidente del grupo O Globo (Comunicación y Humanidades); Antonio González González (Investigación); Luis García Berlanga (Artes); José Luis Pinillos Díaz (Ciencias Sociales); Rafael Lapesa Melgar y Mario Vargas Llosa (Letras), y los rectores de las universidades de Coimbra y Salamanca (Cooperación Iberoamericana). Cada uno de ellos recibió dos millones de pesetas, un diploma y una estatuilla de Joan Miró.

Intervino en nombre de los premiados Mario Vargas Llosa, quien recordó a uno de sus autores preferidos, Leopoldo Alas, Clarín, y reflexionó sobre "la inserción de América, por obra de España, en el mundo occidental". Para él, las naciones iberoamericanas "tratan de forjarse un estilo de gente y de aniquilar a esos demonios que han emponzoñado su historia: el hambre, la intolerancia, las desigualdades inicuas, el atraso, la falta de libertad, la violencia". Después, el narrador peruano ligó la trayectoria vital de Juan Espinosa Medrano, también conocido por El Lunarejo y El Doctor Sublime, un indio peruano que fue un destacado intelectual del siglo XVII, a la historia de América Latina.

Vargas Llosa recordó que "nunca ( ... ) América ha tenido tantos gobiernos representativos, nacidos de elecciones, como en este momento". Se refirió al ejemplo de España, donde "la convivencia democrática y la libertad parecen haber arraigado en su suelo de manera irreversible", para añadir: "A nosotros, los hispanoamericanos, esta realidad nos enorgullece y nos alienta". Y concluyó: "Hagamos con esas dos palabras, hispanidad y libertad, las piruetas que le gustaban al Lunarejo; juntémoslas, arrejuntémoslas, fundámoslas, casémoslas y que no vuelvan a divorciarse nunca".

Felipe de Borbón, que presidió el acto en compañía del presidente asturiano, Pedro de Silva; del de la fundación que otorga los premios, Pedro Masaveu, y del ministro de Cultura, Javier Solana, cerró el acto con un discurso en el que resaltó el papel de la Monarquía, "una institución que se caracteriza por su continuidad y su permanencia, que trasciende a las personas y que, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, ha de estar por encima de situaciones transitorias y circunstanciales".

El Príncipe citó a su padre para defender que la integración de España en la CE "enriquece las relaciones de España con los pueblos de América" y felicitó a los premiados.

Discurso de Vargas LLosa en paginas 16 y 17 de El Pais Domingo.