Homenaje a Walter Starkie, un viajero romántico del siglo XX
El fundador del Instituto Británico es recordado por Cela y Julio Caro
"Había una vez, a lo mejor hace ya muchos años, muchísimos años, un viajero irlandés, comilón, andarín, bebedor y gordinflón, que se llamaba don Walter". Así empieza el cuento que Cela ha escrito en memoria de Walter Starkie, el hombre que fundó en Madrid el British Council y el Instituto Británico, un académico que tocaba el violín y hablaba caló. Nació en Dublín en 1894 y murió en Madrid hace 10 años. Era un viajero romántico del siglo XX. El centro que él fundó le ofrece esta semana un homenaje, con un concierto y dos conferencias de Camilo José Cela y Julio Caro Baroja.
Alina Starkie, su hija, es una de las herencias que ha dejado don Gualterio -así le llamaban en España. Una hija y dos nietos. Otras herencias son sus obras: 90 títulos, de los cuales 21 tratan sobre los gitanos. "Hay dos obras sin publicar", dice Alma Starkie. "Una es la segunda parte de sus memorias y otra es sobre la casa de Alba. Quizá un día...".Walter Starkie se casó con una italiana, Augusta, con la que vino de viaje de novios a España. Fue su primer contacto con este país, que inmediatamente se convirtió en "su gran amor", según palabras de su hija. Era profesor de Español en la universidad de Dublín, miembro de la Academia Irlandesa de las Letras, profesor invitado de las universidades de Nueva York, Kansas, Colorado, California, y un largo etcétera de títulos y condecoraciones que darían fe de su importancia académica. "Don Gualterio era un personaje casi de ciencia-ficción, pero..., ¡ah!, profundamente humano: el personaje nunca pudo con la persona, afortunadamente", dice el arquitecto Carlos Serra-Solís, organizador del homenaje. Esta tarde hablará Cela, mañana se celebrará el concierto de música antigua inglesa y española y el jueves será la conferencia de Caro Baroja.
Un toro para Churchill
Este personaje de ficción científica fundó el Colegio Británico y el Instituto en 1940. Entre 1947 y 1956 fue profesor de Literatura Comparada en la universidad de Madrid. "Dormía siesta, sí, pero ya sabe usted que también Churchill dormía siesta", dice Alma, "la española inglesa", como la llamaba Dámaso Alonso. "Me acuerdo que una vez, cuando ya el triunfo de los aliados en la segunda guerra era inminente, que se tuvo la idea de que Manolete toreara un toro que tenia en Ja frente la V de la victoria. Mi padre promovió que se disecara la cabeza del toro y se le enviara a Churchill".Serra-Solís le recuerda riéndose y diciendo: "Si un británico muere y es bueno, va a la Costa del Sol, y si es malo, va a Dublín a leer a Joyce". Alma sabe que le gustaba la tertulia, que escribía todos los días de dos a tres horas y que salía mucho, siguiendo su propio consejo: "Para poder escribir tienes que tener el contacto humano".
Volvió a España en 1975 y murió al cabo de un año. Seis meses después murió su esposa. Ambos descansan en el cementerio británico de Madrid, una romántica necrópolis para un romántico viajero.
Babelia
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