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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las dos izquierdas latinoamericanas

FELIPE GONZÁLEZ terminó ayer su estancia en Perú y comenzó su visita a Cuba. Sus contactos, tanto con Alan García como con Fidel Castro, tienen una singularidad: no son solamente entrevistas de jefes de Estado y de Gobierno, sino que el líder del socialismo español se encuentra con los dirigentes políticos que sintetizan las dos opciones de izquierda existentes en Latinoamérica. Este rasgo peculiar de la visita se reflejó en la familiaridad (el uso del tú) empleada por el presidente peruano en su saludo, en las largas conversaciones privadas entre Alan García y Felipe González, que rompieron los planes previstos, y en las dos jornadas que el programa ha reservado para que Castro y González conversen en un lugar secreto. En las ceremonias oficiales se repiten cosas ya sabidas, y si bien son necesarias para dejar constancia pública de acuerdos y desacuerdos, la conversación de tú a tú ofrece mejores posibilidades de conocer las ideas del otro y de profundizar en las razones de determinadas actitudes. El peligro es que se establezca una zona de excesivo secreto, olvidando que las cuestiones esenciales de carácter político, por complejas que sean, deben ser conocidas por la opinión pública.La diferencia entre Castro y García es profunda. El primero ha evolucionado, tras el triunfo de la revolución, hacia un régimen autoritario, de partido único, sin libertades ni pluralismo político, aunque ha tenido logros importantes en materia social, educativa y sanitaria. Alan García ha llegado al poder con un programa audaz de reformas económico-sociales, ante una situación de terrible miseria de gran parte de la población, pero en el marco de unas elecciones democráticas; representa una izquierda que defiende la democracia y el pluralismo político. Aparte está su diferente colocación internacional: Cuba, encuadrada de hecho en el bloque soviético; Perú, en el no alineamiento. Pero el tema más candente en el que han definido dos políticas netamente diferenciadas es el de la deuda exterior latinoamericana. Castro ha propugnado la moratoria unilateral de los países pobres, actitud de propaganda que Cuba no aplica pues de hecho es buena pagadora y renegocia su deuda con el Club de París. García defiende -y aplica- una política que consiste en dedicar al pago de la deuda el 10% de sus exportaciones, actitud radical que tiende a hacer de la deuda un problema político (y no jurídico-financiero) y que enlaza con las aspiraciones del Grupo de Cartagena, en el que están los principales países de Latinoamérica. El rechazo de EE UU a todo diálogo sobre esas bases coloca a Perú en una situación cada vez más difícil, por lo que necesita de modo apremiante un respaldo europeo. Felipe González se ha mostrado sensible a esta demanda, aunque evitando compromisos que puedan dificultar la posición mantenida en anteriores ocasiones por España para no desligarse de los países acreedores.

Si la visita a Lima ha contribuido a reducir un lacerante aislamiento que la comunidad internacional democrática está tejiendo en torno a Alan García, el viaje a Cuba es en sí un hecho excepcional. Felipe González es el primer jefe de Gobierno de Europa occidental que realiza una visita así desde hace mucho tiempo, y el único de un país de la OTAN. Es algo que Fidel Castro no puede por menos de valorar. Los temas políticos para las conversaciones directas entre los dos líderes no faltan. Quizá la cuestión en la que se perfilan nuevos matices en un panorama sombrío sea Centroamérica. Una evolución en Washington, después de las recientes elecciones legislativas, hacia una menor agresividad en su relación con Nicaragua puede dar mayor relevancia a los esfuerzos europeos para relanzar Contadora. (En todo caso, un factor decisivo sería que los sandinistas comprendiesen el daño que se hacen a sí mismos con medidas represivas, como la prohibición de La Prensa y el mantenimiento de un sistema de censura y represión de la libertad de expresión.) Sobre otras cuestiones políticas, como las Malvinas, existen posiciones coincidentes. Sin excesivas ambiciones, se pueden dar pasos positivos en diversos capítulos del contencioso económico cubano-español. En otro terreno, si Fidel Castro no aprovecha esta ocasión para realizar un gesto de humanidad en el caso de Gutiérrez Menoyo, decepcionaría a muchos amigos de Cuba. Con su visita, Felipe González revitaliza una actitud española de amistad con Cuba que ha sido permanente; la última visita de un jefe de Gobierno fue la de Adolfo Suárez en 1978. Los frutos de las conversaciones se conocerán en el momento de la despedida, aunque ciertos aspectos, quizá entre los más importantes, solamente podrán ser apreciados con el paso del tiempo.

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