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Frank Blackaby: "Una tercera guerra mundial supondría la devastación total

"La visión que tiene el SIPRI del mundo actual es inquietante: un planeta cargado de armas de tan desmesurado poder que una tercera guerra mundial significaría la devastación total". Así evalúa la situación mundial, en declaraciones a EL PAÍS, Frank Blackaby, director saliente del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI). "Las grandes potencias", añade, "están comprometidas en una imparable competencia tecnológica armamentista que exige enormes recursos". "Éste no puede ser un camino hacia una paz estable en el mundo", señala.

Blackaby, de 65 años, es graduado en Humanidades y Economía por la Universidad de Cambridge (Reino Unido). En 1968 se trasladó a Estocolmo, y trabajó en el SIPRI hasta 1971, año en que retornó a Londres y a su trabajo en el Instituto de Economía e Investigaciones Sociales. En 1981 fue designado director del Instituto de Investigaciones para la Paz, cargo en el que cesa ahora al acogerse a la jubilación.Blackaby deja tras de sí importantes aportaciones a la labor del SIPRI, tales como las primeras ediciones del libro anual sobre la situación de la carrera armamentista en el mundo, así como la dirección del proyecto sobre el comercio de armas con los países del Tercer Mundo, además de numerosos escritos sobre temas relacionados con la paz y el desarme.

Al cumplirse recientemente el vigésimo aniversario de la creación de SIPRI Blackaby sintetizó las características especiales de las investigaciones de SIPRI sobr e la paz: "Reunir conocimientos acerca de la naturaleza, causas y actividades de la guerra, para impedirla o prevenirla. La investigación de la paz tiene un objetivo, conducir los estudios de tal manera que puedan ayudar a reducir los riesgos de la guerra".

Blackaby asegura que hay muchas preguntas que contestar que "requieren una gran cantidad de enfoques académicos diferentes". "Hay preguntas generales y otras más específicas", añade. "Entre las primeras, por ejemplo, qué enseñanzas se pueden sacar de los orígenes de la primera y segunda guerra mundial o cuáles son las diferentes formas en las que la carrera tecnológica-armamentista aumenta el riesgo de la guerra, y cómo las leyes internacionales, que hasta ahora se han mostrado insuficientes, pueden ser fortalecidas".

Pese al carácter eminentemente científico de los trabajos del SIPRI, desde algunos sectores se ha cuestionado su objetividad y se le ha acusado de ser más benévolo con el bloque socialista que con Estados Unidos y sus aliados.

Ante estas críticas, Blackaby explica: "El SIPRI no es un instituto occidental. Por sus estatutos está obligado a 'reclutar investigadores de países con diferentes sistemas políticos y económicos'. De ahí que no sea sorprendente que sus afirmaciones difieran de aquellas hechas por instituciones que miran el mundo a través de una óptica exclusivamente occidental".

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"El SIPRI", añade, "está integrado por físicos y científicos sociales, no por ideólogos. Ellos no escogen a priori un camino u otro. El SIPRI se especializa en un campo particular (armamentos, desarme, control de armas y no, por ejemplo, en los derechos humanos).

En materia de control de armas, en nuestra opinión, en los últimos años la URSS ha estado mejor predispuesta que Estados Unidos". Sobre la influencia que el SIPRI puede haber tenido en sus 20 años de vida sobre Gobiernos y opinión pública, Blackaby piensa que "los pueblos son ahora mucho más conscientes que hace 20 años sobre la importancia de los problemas que el SIPRI investiga".

Blackaby concluye que "únicamente el peso de la opinión pública es el que probablemente sea suficientemente fuerte para frenar la insana carrera armamentista que perturba al mundo".

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