iVaya par de gemelas!

Lene Lovich y Nina Hagen son dos marionetas que bailan sin fin en coreografía libre, en gimnasia anárquica, que cacarean, relinchan, gruñen con sus gargantas poderosas en el papel de modernas sopranos de cabaré; excitan, en fin, los ánimos más femíneos con sus gestos y expresiones de amor universal. La primera es aún lo que antaño fue la otra: espontánea, risueña y sencilla. Y Nina, la segunda, renovada, quizá escarmentada, brinda ahora su estilo cantor original -lo que cuenta siempre de ella- a los ritmos y sonidos más establecidos.Nacida en Detroit, Lene Lovich se divierte con saltitos de niña traviesa al son de melodías agradables investidas de la tradición europea oriental y de compases de rock, Angels, y de ska. Sopla con gracia el saxo y la trompeta, que apenas domina, y su imagen de muñeca con trenzas y peluca de lana roja encanta al público. "Ven conmigo", invitaba para iniciar a ronquido pelado un tema tan alegre como Blue Hotel. Fue cálida y breve. Los espectadores la felicitaron mucho.

Mejor recibida aquí que en ningún otro lugar de Europa, Nina Hagen, esta vez con el pelo largo y negro, actuó cual intérprete total que se acerca al heavy más reconocible gracias a la guitarra, o se identifica con el punk, el funk o el rap y el disco neoyorquinos: "Nueva York es la ciudad más caliente para una luna de miel", cantó en New York, N. Y. Insistió en sus creencias paranormales, Universal radio, UFO o Ectasy; recordó a Jim Morrison con una versión vacilona, bailona y nada sicodélica de Light my fire, donde se confirmaron sus ambiciones, o amenazó con voz terrorífica que la heroína es un viaje hacia el infierno". Y no faltaron su recreación de My way, sus cambios de vestimenta, sus adoraciones a Marilyn Monroe y Marlene Dietrich ni sus erres sobresalientes. Comparó un posible festival rockero en Moscú al de Woodstock o Rock in Rio, en el que ella intervino, y se congratuló en presentar a su compañera. Ambas ofrecieron el tema que han grabado a dúo: Don't kill the animals. Quieren que no matemos a los animales porque los animales son libres. Como ellas.