El argentino Julio Bocca, revelación del Festival de Ballet de La Habana

La gala por la paz, con la sala Federico García Lorca, del Gran Teatro de La Habana, llena hasta la bandera, puso una nota de emotividad al Festival Internacional de Ballet de La Habana. En ella el argentino Julio Bocca se afianzó como una de las revelaciones del evento. Bocca hizo un pas de deux de Don Quijote con exceso de tecnicismo, pero demostrando hasta dónde puede llegar su virtuosismo.

Seguidamente, las cuatro primeras bailarinas históricas del Ballet Nacional de Cuba (Loipa Araujo, Josefina Méndez, Aurora Bosch y Mirtha Pla) hicieron una demostración de madurez estilística en el Grand pas de quatre, en versión de Alicia Alonso, sobre las más antiguas de Keith Lester y Anton Dolin. Estas danzarinas están en su madurez, su baile no necesita de espectacularidades técnicas y lo que se ve en escena es simplemente danza en su grado mayor de profesionalidad artística.

El momento más esperado estableció una línea de continuidad con la época romántica: Alicia Alonso bailaba por primera vez con Lázaro Carrero Roberto el Diablo, recreación genial de Alberto Méndez de un ballet hoy perdido sobre música original de Meyerbeer. Alonso ha traspasado los umbrales de la realidad balletística. Los críticos que la siguen desde hace muchos años se quedan boquiabiertos: "Hoy ha estado mejor que hace seis años", ha dicho Ann Barzel, la más antigua testigo de su carrera.

Los bailarines españoles Arantxa Argüelles y Antonio Castilla han debutado en una de esas galas en el teatro Mella, en una difícil función cuajada de estrellas. Su Pax de Deusxchaikoski, de Balanchine, fue visto con admiración por la entrega que demostró la joven pareja.