_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

País Vasco y país español

Durante los últimos 10 años ha existido un contraste radical entre la experiencia general del pueblo español y la de los vascos. El primero ha participado en una transición notablemente acertada. desde la dictadura a la democracia parlamentaria y, como parte de esa transición, ha sido testigo del sustancial, aunque desigual, progreso en la construcción del Estado de las autonomías. Pero, en el País Vasco, las depredaciones de ETA, el comportamiento de las fuerzas policiales nacionales y la psicología del nacionalismo étnico, tomados en este orden de importancia, han impedido hasta ahora que las provincias vascas compartan el éxito general de la nueva España democrática.Con acciones recientes, tales como el asesinato de Yoyes y el secuestro de Lucio Aguinagalde, ETA ha demostrado de modo confuso su degeneración desde una organización nacionalista progresista a una banda sectaria, que usa asesinatos y extorsiones para imponer su versión estrecha del nacionalismo vasco sobre el pueblo entero de Euskadi. La condena casi unánirae al asesinato de Yoyes, las abiertas expresiones de apoyo de todos; los estamentos del pueblo vasco a Lucio Aguinagalde, y su rescate brillante efectuado por la Ertzantza, constituyen evidencia clara de una disposición nueva por parte de la mayoría vasca a resistir las pretensiones de ETA. Pero ese cambio de actitud hacia ETA no debe cegarnos ante la repugnancia sentida por la mayoría de los vascos (nativos e inmigrantes) hacia las fuerzas militares y de policía del Estado.

Volviendo a los tres factores que he enumerado como impedimentos para una transición democrática acertada en el País Vasco, creo que la reducción del poder de ETA será menos difícil en el futuro de lo que lo ha sido en la pasada década. En 1976, ETA gozaba del prestigio de su liderazgo en la lucha antifranquista. En 1986, ETA sólo puede reivindicar el apoyo de una pequeña minoría (en sustancia, menos del 15% de la población vasca, que son los votantes de Herri Batasuna), constituida por independentistas violentos o marxista-leninistas utópicos.

Lo que me lleva al segundo punto: las medidas policiales, o, más claramente, la política del Ministerio del Interior y la actuación de las fuerzas de seguridad. Esa política tiene tres aspectos: la acción directa de la policía de acuerdo con la ley antiterrorista, la cooperación con el Ministerio francés del Interior y la política de reinserción. Los dos últimos aspectos han tenido mucho éxito, con la deportación desde Francia a África o Latinoamérica de unas tres docenas de líderes de ETA, la reinserción de más de 100 ex etarras, y la conmutación de unas 46 sentencias previas dictadas por actividades terroristas. Estos éxitos constituyen un haber tanto del último Gobierno de UCD como de los dos Gobiernos socialistas. Pero ha habido demasiadas disoluciones violentas de manifestantes, o simplemente de mirones; demasiados indicios de malos tratos y torturas durante los interrogatorios, y muy pocas pruebas, si es que hay alguna, de que la incomunicación de los sospechosos durante 10 días haya producido algún tipo de información que conduzca a la solución de crímenes específicos.

Incluso si es posible pretender que las disposiciones de la ley antiterrorista han llevado a la detención de terroristas que de otra manera no hubieran sido atrapados, el valor positivo de esas detenciones es infinitamente menor que el enorme daño causado por tales actos a la opinión pública y a la legalidad democrática.

Lo más peligroso para el futuro, tanto del país español como del país vasco, es la aparente insensibilidad del Gobierno socialista en sus niveles más, altos a las actuaciones antidemocráticas y anticonstitucionales de la policía al ignorar o desafiar las órdenes judiciales. Es realmente cierto que la comparencia de 90 guardias civiles; para su identificación como posibles torturadores daña el prestigio del cuerpo y supone quizá una amenaza para la seguridad fisica de dichos guardias. Pero ningún juez hubiera tenido que hacer nunca un requirimiento de este tipo si las diversas fuerzas policiales no hubieran ignorado repetidamente en el pasado las órdenes de comparecencia sin publicidad de un número mucho más bajo de sus miembros.

El tercer factor que he mencionado, el nacionalismo étnico, es menos inmediatamente significativo que las matanzas de ETA o los abusos de la policía., pero constituye un factor importante y, en mi no ambigua opinión, un factor condicionarite pernicioso para todos los otros problemas, grandes y pequeños. En mi condición de estudiante graduado, hice en la década de los cincuenta varias visitas a la delegación vasca exiliada en París. El lendakari Leizaola y don Manuel de Irujo solían combinar constantemente cuestiones de hecho y principios democráticos legítimos con disquisiciones sobre la configuración del cráneo vasco, indicios del cual ellos, afectuosamente, pretendían ver en mi cráneo (de proveniencia judíoalemana-rusa). Yo trataba de mostrar mi incomodidad ante esas bromas seudoantropológicas, como judío y como testigo estadounidense de tanto prejuicio contra los negros y los hispanos. Ellos seguían hablandio no sólo sobre el cráneo vasco, sino también sobre los hábitos de trabajo de su pueblo en relación con los de los demás grupos étnicos españoles.

He tenido la misma clase de experiencia en muchas otras, conversaciones con amigos y, conocidos vascos. La mayoría de esas personas no eran racistas en el sentido nazi o de la "supremacía blanca". El problema en su forma más benigna consiste en que uno puede estar discutiendo de manera ostensible la naturaleza del concierto económico o de las tradiciones legales delforalismo, pero como una tendencia oculta sotto voce existe la noción de que sólo los vascos étnicos pueden apreciar realmente las necesidades históricas y el aspecto moral de las personas fisicas que ahora habitan en las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, más Navarra y algunos départments franceses.

Personalmente, espero que después de las próximas elecciones del 30 de noviembre, el nuevo Gobierno autónomo vasco, en cooperación con el Gobierno de Madrid, continúe poniendo el énfasis en la reinserción; continúe el desarrollo de la autonomía institucional, educativa y económica vasca dentro de los parámetros de la Constitución de 1978 y del Estatuto de Autonomía de 1979. Espero que el Gobierno de Madrid sustituya la ley antiterrorista por una estructura democratica legal para la necesaria lucha que ponga fin al terrorismo; exija a la policía una conducta civilizada y la debida obediencia a los tribunales por parte de la policía. Espero que los dos partidos nacionalista de Xavier Arzallus y Carlos Garaikoetxea elimen de su vocabulario todas las insinuaciones racistas y todas las calculadas ambigüedades relativas a la "autonomía" como contraria a la "soberanía". Esas pueden unas esperanzas ideales y utópicas. "Yo creo que son las condiciones necesarias y alcanzables para el desarrollo futuro de las democracias vasca y española. Dada la tensa atmósfera actual en la vida política vasca y el doble problema de la violencia de ETA y el abuso policial, éstas pueden parecer unas esperanzas utópicas. Creo que son en verdad las condiciones necesarias para el desarrollo de la democracia vasca y española.

Traducción: M. C. Ruiz de Elvira.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_