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El festival de 'ballet' cubano inaugura un complejo cultural

ENVIADO ESPECIALEl X Festival de Ballet de La Habana comenzó en la noche del 28 de octubre con una gala que coincidió con la apertura del complejo cultural Gran Teatro de La Habana. Dirigido, al igual que la compañía titular cubana, por Alicia Alonso, que ha logrado reconvertir para uso y disfrute de la danza y demás artes escénicas las instalaciones de toda una manzana donde está comprendido el gran teatro Federico García Lorca. Se trata de un monumental edificio finisecular que contendrá salas de concierto, salones de ensayos y bibliotecas especializadas. Un lugar donde ha habitado Ana Pavlova y cantado Caruso encierra toda la tradición escénica cubana.

El otro importante es el ascenso nominal de Rosario Suárez, Amparo Brito y Ofelia González al rango de primera bailarina, que, de hecho, ya desde hace unos años estas tres estrellas desempeñaban papeles protagonistas, y ellas son precisamente las figuras descollantes que continúan una tradición de virtuosismo característica de la escuela cubana de ballet.

La Habana, más que la capital internacional de la danza, se convierte durante 15 días en un foro de excepción para tomarle el pulso al ballet clásico y a su historia reciente. No son sólo los que bailan, sino todos los que participan, antiguas estrellas, cronistas de los años de oro.

La gala inaugural comenzó con una creación colectiva de los coreógrafos titulares del Ballet Nacional de Cuba, con más de 50 bailarines en escena. En la segunda parte, Alicia Alonso bailó el tributo a José White. Una coreografía de Alberto Alonso vista en España en el pasado verano. Quien ha entendido las facultades vivas de Alicia, desarrollando una lectura neoclásica de sabor muy cubano, es el seguimiento literal del concierto para violín de White, una pieza de raro y brillante virtuosismo. Alonso ha demostrado, desde el primer día, estar en una forma física envidiable. A sus clases diarias en el Ballet Nacional acude un enjambre de observadores de medio mundo buscando las claves secretas de su sostenimiento escénico.

En la noche del día 29 se estrenó Electra Garrigo, basado en la pieza homónima del dramaturgo cubano Virgilio Pinera. La misma noche pudo verse In the night, una joya del norteamericano Jerome Robbins reconstruida por el ballet cubano, donde apareció Josefina Méndez, vestida por Óscar de la Renta, en un alarde de elegancia que arrancó suspiros. También bailaron Virginia Johnson y Eddie Shellman, del Ballet de Harlem, de Nueva York; María Teresa del Real con el joven Pablo Savoya, una promesa que asombra por sus hermosos pies. Los vieneses Marie Luis Jaska y Heins Heidenrich ofrecieron un enigmático paso a dos del checo Jiri Kilian.

Desde el jueves se completó la plantilla de estrellas: más de 250 bailarines de 30 países en cuatro teatros de la capital ofreciendo espectáculos simultáneos, y tres ciudades de provincia (Camagüey y Holguin, con sus propias compañías profesionales) que participan con galas de estrellas internacionales.

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