Demasiado

Es una larga y compleja comedia, o tragicomedia, en la que se mezcla un viejo espíritu de socialismo fabiano a lo Priestley, una leve ligereza como de Noel Coward e incluso la reconocida habilidad de la autora como creadora de series de televisión: diálogos percutientes, interpretación personal bien hecha, personajes demasiado caracterizados.La novela que cuenta es muy tenue: son más bien algunos movimientos de conciencia. Hay mensajes -a veces pronunciados valientemente de cara al público, con texto de editorial- contra los logreros o los que exportan sus capitales a Suiza, causando el desempleo en España un cierto movimiento de conversión en el personaje femenino principal y sus dos caras, y una muestra máxima de desencanto en el personaje masculino -Juan Sala-, que le lleva al suicidio; hay alusiones a las dificultades de la transición española -el peso de un muerto dictatorial que transmigra después de su muerte para seguir haciendo mentalmente imposible la líbertad, o la liberación- y pequeños personajes secundarios, tras de los cuales una trama invisible sigue manejando hilos y disponiendo vidas y hacienda.

Hay, en fin, demasiadas cosas, demasiada mezcla de sainete, costumbrismo, comicidad y drama, y cada una de ellas demasiado reiterada, demasiado machacada, como si se quisieran fijar los hilos conductores; por el contrario, los confunden, dan la misma importancia a todos y cuesta trabajo saber por cuál de los caminos que abre la autora hay que seguirla. Al público le agotó la imposibilidad de llegar al desenlace.