El 'show' de Wojtyla
En el último viaje de Juan Pablo II a Francia por vez primera se ha oficializado la dimensión espectacular o, si se quiere, teatral, de los viajes papales. Quienes hayan seguido los numerosos viajes del papa Wojtyla fuera de Italia habrán podido ver cómo viaje tras viaje iba creciendo el aspecto espectacular de los actos públicos.En los primeros viajes la dimensión del espectáculo era menor. Más tarde comenzó a introducirse en los actos pequeños elementos de espectáculo folclórico. Por ejemplo, grupos de jóvenes polacos se exhibían con sus trajes típicos. Después llegaron las danzas, que al principio solían formar parte de la cultura del país, como cuando en África en las misas se hacía el ofertorio de los dones a ritmo de danza.
Poco a poco dieron comienzo las representaciones, que recordaban los autos sacramentales de la Edad Media; por ejemplo, en Canadá grupos teatrales representaron por medio del mimo algunas cuestiones religioso-sociales como la del aborto. Finalmente, junto a estas representaciones sacras se fueron mezclando números artístico-profanos, como movimientos rítmicos en los que los gimnastas formaban sobre el campo el nombre de Wojtyla. Era ya sólo espectáculo.
Al principio estas cosas solían hacerse sólo en los encuentros con los jóvenes. Pero poco a poco la dimensión espectacular ha ido invadiendo el resto de los actos, y por vez primera en Francia se ha mezclado, aunque sólo por unos instantes, la bendición papal a la ciudad de Lyón con un espectáculo del famoso compositor francés Jean Michel Jarre y su grupo, al que asistieron más de 100.000 personas a la orilla del río Ródano, con una impresionante traca final de fuegos artificiales que pudieron verse a 40 kilómetros de distancia.
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