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El octavo aniversario del papado de Juan Pablo II, jornada normal de trabajo

Juan Arias

Juan Pablo II no quiso celebrar ayer, en el aniversario del octavo año de su elevación a la silla de Pedro, ningún tipo de festejos, y mantuvo todo el día su jornada normal de trabajo y de audiencias privadas. Sin embargo, de todo el mundo le enviaron telegramas de felicitación, desde jefes de Estado hasta sencillos cristianos anónimos. La Prensa italiana dio ayer gran relieve a esta conmemoración del papado.

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El 'show' de Wojtyla

Existe un común denominador en los comentarios de los especialistas vaticanos: que Juan Pablo II ha hecho de su pontificado una actividad volante que ejerce su función apostólica no ya desde Roma, sino desde todos los rincones del mundo. Hay quien subraya, como Luigi Aceatoli en Il Corriere della Sera, que en estos ocho años de intenso papado polaco existen dos jalones significativos y quizá determinantes: el atentado, con su consiguiente hospitalización, y el sínodo extraordinario de obispos de hace un año. El atentado habría llevado a Juan Pablo II a profundizar sobre el tema del dolor y de algún modo a impregnarlo de un cierto pesimismo existencial que lo ha llevado en su última encíclica a hablar del "dolor de Dios". De ahí su propensión a escuchar con más interés que sus predecesores las profecías amenazadoras de la Virgen de Fátima.

El sínodo

El sínodo extraordinario de obispos, que tenía como finalidad hacer un examen de conciencia sobre el revolucionario concilio Vaticano II, le sirvió para abrir una página nueva, más prudente y segura, en el turbulento posconcilio. Otros observadores, como Marco Politi, en Il Messaggero, insisten más bien en la reorganización de la curia romana llevada a cabo por Juan Pablo II con la creación de un equipo de su confianza y el ensanchamiento de la colegialidad de dicha curia, llegando a poner al frente de una de las congregaciones más delicadas, como la de obispos, a un africano.Pero lo que quizá va quedando cada día más claro es que el papa Wojtyla quiere gastar su pontificado en una especie de gran misión mundial a la que asociar poco a poco a todas las demás fuerzas religiosas del mundo, desde los protestantes a los grandes credos no cristianos.

La jornada de oración por la paz en Asís del próximo día 27, para la que el Papa ha soflcitado una "tregua de Dios" pidiendo que callen todas las armas en el mundo, podría ser un primer paso para una futura colaboración ecuménica a favor de las grandes batallas de la paz.

En lo que no transige, sin embargo, el Papa polaco es en que dicho ecumenismo puede significar o aparecer como sincretismo religioso, es decir, como si no existieran profundas diferencias entre dichas conferencias y la fe católica. Por eso en Asís ha querido que cada grupo religioso rece separadamente en un rincón de la ciudad con su propio rito a su propio Dios, para que queden claras las diferencias de cada uno cuando están frente a Dios, es decir, unidos frente a la paz y unidos en la oración.

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