La victoria del perrito
Lo mejor de esta comedia de Paul Mazursky es que no se parece en nada a Boudu sauvé des eaux, el, filme de Jean Renoir sobre la obra de Fauchois, Y lo peor estriba precisamente en lo mismo, en que no se parece en nada a su original francés.En la cinta de Renoir asistíamos a un enfrentaimiento ideológico entre el vagabundo y un librero de ideas liberales que acababa de salvarle la vida. En la versión de Marzursky, Un loco suelto en Hollywood, todo el protagonismo disolvente del pordiosero anarquista, que reivindicaba los placeres de la carne y los de la pereza, la gula y la mentira, ha sido transferido a Richard Dreyfuss, que es un multimillonario nuevo rico cuya familia no le hace el menor caso como no sea para obtener sus preciados cheques.
Un loco suelto en Hollywood
Director: Paul MazurskiIntérpretes: Nick Nolte, Richard Dreyfuss, Bette MidIer, Little Richard, Tracy Nelson, Elizabeth Peña. Guión: León Capetanos y Paul Mazursky, basándose en la obra de René Fauchois. Fotografía: Dónald McAlpine. Música: Andy Summers. Nacionalidad estadounidense, 1986. Título original: Down and up to Beverly Hills. Estreno, en Madrid en cines Benlliure, Cartago, Juan, de Austria, Lope de Vega y Novedades 2.
Un individuo vulgar
Si Michel Simon era un personaje con grandeza, el personaje que interpreta Dreyfuss es un individuo vulgar y hortera. Y con ello Mazursky ya marca los límites de su libérrimo remake: unos cuantos gags divertidos, un decorado alucinante que acaba por comerse a los personajes -hay secuencias que parecen iluminadas para resaltar sobre todo los floreros y que nos olvidemos de lo que dicen los actores- y una pizca de intención reivindicadora de los sesenta como década prodigiosa. Este es otro detalle que también reduce el alcance de la fábula, pues es difícil preferir a un Nick Nolte quetoca Debussy y maneja correctamente la logomaquia de la gente in al escandaloso vividor encarnado por Simon.Quizá sí, quizá el Boudu de los ochenta sea tal y como no lo describe el director americano, quizá ahora convenga reforzar el lado Teorema de la historia, convirtiendo toda la provocación en un asunto de faldas bien amenizado con música rock y sin que falten chistes prosandinistas o montones de automóviles marca Rolls Royce, pero lo,cierto es que el descreimiento de Paul Mazursky también alcanza al vagabundo que incorpora Dreyfoss, es decir, a la vida, a es chispa intensa que hace que al gunos momentos no figuren dentro del repertorio de los instantes ya vividos.
El resultado es una comedia bastante tontorrona, de la que acaba apoderándose un perro capaz de todas las posturas y expresiones, mejor actor córníco de la función.
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