_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fantasma de una 'cumbre'

La actuación de hoy en Islandia forma parte del borroso dibujo del mundo que trazan los políticos contemporáneos. Vivimos en la novela. Hay una definición de programa de acción que aparece en un documento secreto de la Casa Blanca del 14 de agosto -revelado por The Washington Post- y tiene forma de consigna: "Combinar los hechos redes con los imaginarios (iIlusionary)". Se refería a la instrucción a otro suceso -engañar a Gaddafi a través de lo que el documento llama desinformación-, ero es aplicable a cualquier proyecto. Para ello es necesario ian considerable trabajo sobre el lenguaje que hoy parece, más que nunca, un elemento imprescindible de la política.La representación de hoy es una entrevista entre Reagan y Gorbachov. Para este tipo de conversaciones se utiliza la palabra cumbre (summit). La inventó Churchill, que era un literato, ert 1951 para una reunión que nose celebró, pero se aplicó dos años después y no ha cesado de usarse desde entonces. Pero Reagan está insistiendo en que esto de hoy no puede llamarse cumbre. Es otra cosa, más bien indefinida. La verdadera cumbre sucederá más adelante, en Washington: lo de ahora debe ser :algo como un ensayo general, un poco casual, que ha surgido de repente. Una cosa campechana y simpática.

Y ha surgido como consecuencia de otro gran tema lingüístico: el caso que un lenguaje tosco llamaría intercambio de espías, pero que en la nueva semántica no responde de ninguna manera a algo tan molesto. A finales de agosto el FBI detuvo en Nueva York al funcionario soviético Zajarov, acusado de espionaje; una semana después, la KGB apresó en Moscú al periodista americano Daniloff con la misma acusación. En el lenguaje diplomático normal, es un acto de reciprocidad. Estados Unidos negó que Daniloff fuese espía, como los, soviéticos negaron que lo fuese Zajarov; lo cual también entra en los usos normales; pero ninguno aceptó la inocencia de su preso. Por aquí aparece una segunda acción de la gran novela. Es posible que la detención de Zajarov se hiciera por poderes secundarios para impedir el ansia de cumbre de Reagan, y también lo es que la de Daniloff se hiciera por los enemigos de Gorbachov.

Reunieron estos dos a sus vicarios -Shultz y Shevardnadze- para resolver el caso, y éstos acudieron a la vía lingüística: cada uno de los presos sería liberado y devuelto a su país simultáneamente, pero sin emplear de ninguna forma la palabra canje, y mucho menos aún la palabra espía. Una coincidencia. De esta manera, el no canje de los dos no espías condujo a la no cumbre de hoy. No se ha conseguido saber bien si está reunión es el final del caso o si es el principio de una verdadera cumbre. Los dos prohombres -quizá no en su condición de grandes, sino en otra acepción, en una alotropía convenienteliquidan la hostilidad surgida en el camino de la verdadera cumbre; pero es evidente que una reunión para liquidar algo que impide la cumbre no puede ser la cumbre.

Cuando todo estaba ya dispuesto ha habido un pequeño incidente: un submarino nuclear soviético, con 16 misiles a bordo, se ha incendiado y hundido a unos 2.000 kilómetros de Nueva York. Cuando algo parecido sucedió en Chernobil, el juego literario de la mezcla de lo real y lo ilusorio produjo una enorme alarma: se hicieron estudios técnicos sobre el efecto de las radiaciones sobre las generaciones venideras -cáncer para 60 años-; se bloqueó la compra de alimentos soviéticos y miles de americanos suspendieron sus viajes a Europa; desde la misma Casa Blanca se deslizó la especie de que la central de Chernobil podía estar secretamente dedicada a fines militares. Sin embargo, ahora no ha sucedioSo nada: como si no hubiera submarino. El lenguaje ha sido otro: los mismos expertos, los mismos sabios dicen que el reactor nuclear del submarino no, tiene ninguna importancia. Reagan ha mostrado su satisfácción de que Gorbachov le informa.se inmediatamente, y Shultz está tranquilo porque cree que los soviéticos tuvieron tiempo de retirar las cabezas nucleares de sus proyectiles. No ha pasado nada. La reunión puede celebrarse; siempre, claro, que sea una no cumbre. Que sea para nada. Porque parte del lenguaje está destinado a explicar que no va a haber ningún acuerdo, ninguna decisión, ningún texto.. Que no creamos que es, realmente, algo.

Entonces, ¿para qué se celebra? Algunos creen que es un asunto personal que conviene a los dos grandes. A Reagan, para las elecciones de noviembre -llamadas de medio término; en el centro de la legislatura-. Quiere aparecer al mismo tiempo como pacificador y hombre de negociaciones y como hombre de firmeza y seguridad; -por eso necesita celebrar su cumbre, pero que al mismo tiempo no lo sea. A Gorbachov, porque hay rumores internos de descontento por su reformismo, por la falta de resultados y por lo que algunos llaman exceso de concesiones: conseguiría así demostrar que: su política ha sacado a Reagan de su país, le ha llevado a un punto en medio del camino para hablar con él, aunque sita para nada. Quizá es una explicación corta: los primeros actores pocas veces pueden modificar el guión por su cuenta. Quizá haya unos designios mayores de afinidad, de tregua, de reparto final del mundo, que cada uno de los dos países tenga que medir, combinando lo real con lo ilusorio, ante sus opiniones públicas, sus aliados, sus zonas de influencia, sus terceros mundos.

Por eso puede ser interesante para ellos que todo sea mucho y poco al mismo tiempo, que todo sea algo sin dejar de ser nada. Que la realidad y la ficción se mezclen y que consigan lo que probablemente se llamará, siguiendo otra tradición de la literatura política, el espíritu de Reikiavik. Es decir, una mezcla de sonrisas, golpes en la espalda, chistes y anécdotas -que habrán estado preparando febrilmente en inadrugadas de café, puro y cotisulta a los libros de Groucho Marx los expertos en gags-, que, ampliados por la télevisión del mundo, nos hagan sentirnos a todos contentos y alegres. Invocar a un espíritu y que se aparezca es siempre algo interesante y conveniente. Un espíritu burlón. Y, para que no se diga que ellos y la multitud de consejeros y asesores que les acompañan han ido hacia la nada, se nos explica que el tema esencial de las conversaciones va a ser el de los derechos humanos. Podemos estar ufanos: los humanos somos nosotros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_