Los proletarios de la masa muscular
Pruebas en Madrid y Barcelona para seleccionar jóvenes bailarines
Nervios, enfado, tensión, lágrimas y euforia: de todo podía verse en la mañana del sábado en los salones y pasillos de la sede de¡ Ballet Nacional en el Teatro Real de Madrid. El Ballet Nacional Clásico había convocado una audición para contratar a seis chicos para el cuerpo de baile. Allí se vio de todo, desde buena cantera hasta piezas de la corte de los Milagros. Al mismo tiempo, en Barcelona un centenar de bailarines intentaban ser seleccionados para formar parte del recién creado Ballet de Barcelona.
La urgencia de completar su plantilla masculina con vistas al estreno de Cascanueces en el próximo mes de diciembre ha obligado al Ballet Nacional Clásico a convocar una audición un tanto precipitada. A pesar de ello, un total de 26 aspirantes estaban en la barra del salón de ensayos a las nueve de la mañana del sábado. Alguno que otro rondaba la alta cancela del teatro Real con su macuto al hombro sin decidirse a entrar a las pruebas. Era una buena oportunidad para comprobar la falta de chicos bien formados y la crisis continua que vive la danza española, sólo enmendable con una es cuela capaz de asegurar una cantera estable. El tribunal estaba compuesto por Ray Barra, director artístico interino; los maestros de baile Giselle Robergs, Lola de Ávila, Ana Baselga, Luk de Layress y Máximo Barra, Luk de Layress de Raúl Tino y Mabel Cabrera, bailarines y miembros del Comité de Empresa. En una primera eliminatoria quedaron 12 seleccionados, de los que salieron los seis finalistas.En Barcelona, mientras tanto, según informa Bell Carrasco, se presentó casi un centenar de personas -la mayor parte, de Cataluña- a la audición del recién fundado Ballet de Barcelona, donde se escogerán diez chicas y seis chicos. La prueba de las bailarinas se fijó para las 8.30, pero, por problemas de organización, comenzó a las doce de la mañana. La prueba de los chicos empezó a la hora señalada, con una clase de hora y media de duración. Se presentaron en Barcelona 14 chicos para las seis plazas. Uno de ellos dijo: "Nosotros sólo lo tenemos mejor numéricamente, pero si no cubren la plantilla. con nosotros se irán a completarla al extranjero".
David Merlo, uno de los no seleccionados en, Madrid, señala: "La clase fue muy buena. Yo me enteré en la academia donde doy clases, y creo que la primera selección ha sido justa. Han cogido a los mejores".
Pablo Molero, uno de los seis seleccionados, es un madrileño procedente del Scappino Ballet de Amsterdam. "Hice mis primeros estudios aquí en la Escuela del Ballet Nacional, estuve con Roche y Ullate. Me parece muy interesante bailar en mi propio país, cosa que no ha podido ser hasta ahora. En España no está promociado suficientemente el ballet, pero ahora parece que las cosas están cambiando", afirma.
Mal pagados
A estos muchachos lo que más les importa es el baile: "El ballet, si se compara con otras profesiones, con lo que implica y la brevedad de la carrera activa, está muy mal pagado. Ochenta mil pesetas al mes no es mucho dinero, si se compara con lo que gana, un futbolista y la poca consideración social que tiene hoy la carrera de bailarín. Si no te haces una estrella te hundes. Yo sigo bailando porque lo que me gusta es el baile. Soy un proletario de mi masa muscular", dice Iñaki Azpillaga.
Azpillaga es un bailarín que forma parte del grupo Bocanada de danza contemporánea y fue aceptado para entrar en el Ballet Nacional: "Me han aceptado, pero no me dicen aún nada concreto. Empecé con las danzas folclóricas en el País Vasco, después hice teatro, estuve unos años haciendo clásico en San Sebastián y Zaragoza, hasta que tuve la experiencia de Bocanada, que ha sido muy buena y definitiva para mí". Maki habla de su entrada en el Ballet Nacional: "Me interesa probar hasta qué punto puedo llegar. Sé que he empezado tarde a bailar, y estar dentro de la dinámica de una compañía como ésta es muy importante".
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