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Ramón

Ediciones Trieste,y Andrés Trapiello han sacado,en edición casi de lujo, los dos tornos del madrileñísimo Pombo de Ramón Gómez de la, Serna, que es la gran elegia de un Café y de todos los Cafés que: porentonces iba perdiendo y ahora ha perdido Madrid. Una ciudad con Cafés es corno más europea, claro, aunque el Café no tenga la orquestina de ancianos que tienen los viejos Cafés de Frankfurt, por ejemplo. En Madrid, los Cafés se han sustituido por cafeterías o por Bancos. Las cafeterías nos parecen muy americanas en España, pero en Aniérica no existein. En cuanto a [os Bancos, viven hoy la épica de los atracos y las pintadas. La cafetería, que parece hecha para la prisa, Madrid, ciudad sedentaria, la ha convertido en una nueva fórmula del Café de modo que hemos cerrado el bucle del "progreso" y estamos otra vez en lo mismo. Ramón, cantando y contando lo que el Café tiene de resguardador frente a las asechanzas de la vida y la política, acertaba plenamente, pues que Madrid es un Café esencial, un mentidero intemporal, y de cualquier cosa hace un Café. Los Cafés, ahora, se han puesto en pie, y se llaman cócteles de media tarde, para presentar una exposición, un libro o un cadáver cultural que todavía sostiene un whisky en la mano. Lo que no ha perdido Madrid, ni puede perderlo (y esto lo sabía bien Ramón), es su condición locuaz, su cualidad discutidora, su don de gentes, incluso entre las gentes sin "Don". Es inútil poner tiendas de maletas en los Cafés, como pasó con Pombo, porque los viejos contertulios de Pombo siguen hablando dentro de las maletas, como los muertos hablan unos con otros dentro de sus nichos. Qué duda cabe de eso. Todo cementerio es La Corrala de los muertos. Y no el "corral", como dijo Unamuno. Las ciudades hay que inventarlas y Ramón se inventó Madrid. Ninguna ciudad europea ha tenido un cronista literario como Ramón. Y qué no habrían hecho París o Estocolmo con un hombre así, con una obra así. Nuestros conservadores es que no conservan nada. Han intentado incluso cargarse el Viaducto, que está tan en el Madrid/ años 20 de Ramón. Por mucho menos, Francia llevó a Cocteau a la Academia. En Ramón hay mil Cocteaus. Ramón colaboró en los periódicos madrileños hasta última hora, pero en su diario íntimo de exiliado en Buenos Aires hay esta anotación patética: "España no paga".

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