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RELIGIÓN

Protestas ante la decisión del Vaticano de sancionar a uno de los obispos más progresistas de Estados Unidos

La decisión del Vaticano de sancionar al arzobispo de Seattie (Estado de Washington), Raymond Hunthausen, ha provocado una ola de protestas entre los sectores más progresistas de la Iglesia católica norteamericana, que todavía recuerda la reciente separación de su cátedra del teólogo Charles Curran. Hunthausen, de 65 años, es uno de los obispos norteamericanos más comprometidos en la lucha en favor del desarme nuclear, y mantiene posiciones más abiertas ante la homosexualidad, el divorcio o el control de la natalidad.

La sanción, sin precedentes en Estados Unidos, obliga al arzobispo a ceder la mayoría de sus poderes pastorales a su obispo auxiliar, Donald Wuerl, nombrado por el Vaticano el pasado mes de diciembre. El arzobispo debe renunciar a ejercer toda autoridad sobre temas morales, litúrgicos, sobre la formación de los clérigos, las relaciones con curas que han abandonado el sacerdocio y sobre anulaciones mátrimoniales. La decisión vaticana fue comunicada en una carta dirigida a Wuerl, quien la comunicó el pasado jueves a sus feligreses en una carta pastoral.El pasado mes de febrero, tras una campaña desencadenada por sectores católicos conservadores que criticaron las posiciónes adoptadas por el arzobispo sobre la política nuclear o la homosexualidad, el obispo Wuerl afirmó que había sido enviado a Seattle para ayudar al arzobispo, no para vigilarle.

La campaña de los sectores más conservadores se produjo tras las críticas del arzobispo a la existencia de una base nuclear con submarinos Trident en las cercanías de Seattle, su apoyo a que se dé refugio a los emigrantes centroamericanos y sus denuncias de los incrementos en gastos militares que le llevaron a no pagar la mitad de sus impuestos -sobre la renta para mostrar su -oposición a la carrera de arrriamentos.

Hunthausen, que fue nombrado arzobispo de Seattle en 1975, mostró una cierta decepción por la decisión del Vaticano pero señaló que seguía compartiendo la responsabilidad por la gestión de la diócesis, que cuenta con unos 300.000 feligreses.

El Vaticano había abierto en 1983 una investigación sobre,el arzobispo bajo las acusaciones de no respetar la liturgia de la misa o sus puntos de vista heterodoxos sobre la homosexualidad, el divorcio o el control de la natalidad. Fue el nuncio del Vaticano, Pio Lághi, quien el pasado mes de noviembre reveló los motivos de la investigación.

Una "injusticia"

La protesta de los sectores progresistas de la diócesis se concretó en el envío de una carta al obispo auxiliar en la que le comunican la decisión de realizar un día de ayuno a la semana en protesta por lo que califican de "intervención no deseada".La carta, firmada por sacerdotes, monjas y laicos y encabezada por la frase "¿En qué clase de Iglesia nos estamos convírtiendo?", pide a todos los feligreses que protesten por la decisión del Vaticanoque considera una "injusticia". La monja Chaucet Boyle, una de las promotoras de la carta, afirmó: "Estamos irritados porque ha ocurrido esto, sin que supiéramos nada. Desde el concilio Vaticano II hemos intentado conseguir una dirección más colegiada". Boyle aseguró que la mayoría de los feligreses apoyan al arzobispo.

La decisión del Vaticano fue bien acogida por los sectores conservadores que durante años han escrito al Vaticano criticando los puntos de vista del arzobispo. William Gaffney, presidente de la asociación Católicos Unidos en la Fe, dijo que la decisión del Vaticano era "razonable y necesaria".

El nombre de Hunthausen alcanzó renombre en 1983 como uno de los principales promotores del documento del episcopado norteamericano sobre la paz.

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