La represión alcanzó a políticos conservadores y a movimientos religiosos
La ideología del Tribunal Supremo del franquismo, según el trabajo de Francisco J. Bastida, entronca con el pensamiento político de la derecha tradicional española. Sin embargo, la represión antidemocrática que practicó alcanzó incluso a políticos que hoy militan en la derecha más conservadora, así como a movimientos religiosos y publicaciones de inspiración cristiana progresista.Bastaba que algo fuera de "inspiración comunista" para que se sancionara, pero también fue suficiente tener 30 ejemplares del folleto Examen de una situación política, del que era autor Dionisio Ridruejo, para ser condenado por la difusión de "ideas más o menos subversivas". El TS reprimió también a personas como Rafael Calvo Serer, Augusto Assía, Manuel Jiménez de Parga, Enrique Tierno, Raúl Morodo, Alfonso Carlos Comín y a órganos de expresión como Madrid, Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, Destino y Tele-eXprés.
El TS descalificaba a una organización por su mera ilegalidad. La publicación en el semanario Destino de una información titulada Picasso: homenaje de los estudiantes de Barcelona, fue condenada por afirmar que el Sindicato Democrático de Estudiantes (SDE) había sido el organizador. El TS señaló que dicho sindicato, "al no tener vida legal, nada pudo organizar" y sancionó a la revista por "perturbación del orden".
Unidad obligatoria
En otra ocasión el TS sancionó la publicación de una entrevista al profesor Agustín García Calvo, no tanto por su contenido, sino, dice la sentencia, porque contestó "en forma enaltecida" y porque "en forma y lenguaje oblicuo", incitó al pronunciamiento universitario. Una sentencia del TS, llegando más lejos que la ley franquista, creó la figura del "menosprecio intelectual a los principios del Movimiento Nacional".
La defensa que el TS hizo de la unidad de los españoles no se fundamentó en la superación de la pluralidad, sino en la ausencia de divergencias. Entre los ingredientes principales de esta unidad obligatoria, Bastida destaca el catolicismo tradicional, que condujo a veces al TS a pontificar más que a sentenciar; el dogmatismo, nutrido de una verdad metaflisica y escolástica; el autoritarísmo, que le impulsó a imponer la disciplina social, moral y política; el paternalismo, que erigió al TS en tutor del pueblo, menor de edad por su poca cultura y fácil captación para actitudes "erróneas y dañinas"; el catastrofismo, que le llevó a calificar cualquier acción que se apartara de los principios unitarios del Régimen como atentatoria de la "salud" de los españoles, y el triunfalismo frente a los países que sufrieron reveses de los que se libró la España pacífica y armoniosa fruto del Alzamiento y cuya convivencia ciudadana sólo "unos pocos" intentaban impedir.
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