Negociar, ¿para qué?
Es natural que el Gobierno de la comunidad autónoma vasca se sienta molesto porque lo dejan aparte los Gobiernos de España y de Francia en las últimas acciones de lucha contra el terrorismo etarra.Pero ¿ha merecido el Gobierno de la comunidad autónoma del País Vasco un trato de favor?
El Gobierno vasco está convencido, aun después de las últimas matanzas, de que todavía son necesarias nuevas medidas políticas para acabar con el terrorismo, sin necesidad tal vez de deportaciones, entregas en la frontera y cosas por el estilo. El Gobierno vasco sigue llamando "medidas solamente policiales" a los esfuerzos hechos por los Gobiernos francés y español para inutilizar a los terroristas. ¡Como si la lucha global antiterrorista, incluidos sus errores y defectos, no fuera fundamentalmente política y no sólo policial!
¿Con quién quiere el PNV y su Gobierno que se negocie? (digo negociar porque dialogar, al menos en este caso, ya es un comienzo de negociación). Con ETA y/o con sus representantes políticos.
¿Hay algún Gobierno europeo que negocie con terroristas, sean quienes fueren y sean cuales sean sus pretensiones? (Digo europeo porque las comparaciones con El Salvador, Nicaragua, Colombia o Guatemala no nos sirven: tienen poco que ver con nuestra situación histórica y democrática.) En nuestros países democráticos se negocia en los parlamentos, en los ayuntamientos, en las sedes de los partidos, en los ministerios.
¿Sobre qué se quiere que se negocie? Sobre lo que ETA y sus representantes políticos quieren: sobre la mismísima Constitución -acaban de declararlo-, sobre el Estatuto de Guernica, sobre la retirada de "las fuerzas de ocupación", sobre la entrega de Navarra... Por cierto, ¿quién se acuerda por aquí de Navarra y de los navarros?
¿Qué representación política tiene ETA y sus voceros para exigir tal bicoca? ¿O se suman los muertos, los heridos, los extorsionados, los perseguidos... a los votos de Herri Batasuna?
¿Qué Gobierno democrático merecería tal nombre, dentro de la Comunidad Económica Europea, si diera un paso hacia esa negociación? ¿Quién se fiaría de él? ¿Quién ampararía no sólo el honor y el recuerdo de los muertos, sino también el honor y la vida de los vivos? ¿Qué significaría entonces la democracia, la voluntad popular, el Estado de derecho, el derecho de la razón frente a la fuerza, la seguridad pública, la defensa de los débiles, etcétera; todo eso que damos en llamar civilización humana?
ETA quiere legitimar su actuación, justificar sus centenares de muertos, avalar sus siglas, darse una patente democrática y europea, humillar al Estado español, compararse a él al menos, vencer a España y a su Gobierno, ganar la partida en el País Vasco, dar una vuelta al Estatuto y a la Constitución. Ganar la guerra y dar un giro decisivo a la paz. Nada más ni nada menos.
Dejemos de una vez la pesada y vergonzante broma de que ETA es fascista. ETA es un movimiento nacionalista independentista vasco, de antiguas raíces, pero nacido en el franquismo, y a la vez una organización armada marxista-leninista, con fuertes connotaciones maoístas-guevaristas, que sabe bien lo que quiere. Que muchas de sus actuaciones parezcan fascistas a quienes, simplonamente, llaman fascismo a cualquier error y horror, es otra cosa.
La acción frente al terrorismo independentista es de por sí compleja y plural, y todos debemos tener en ella arte y parte.
Enemigo declarado de toda pena de muerte, creo por eso mismo más en la responsabilidad mediata e inmediata de todo, también en la de los partidos políticos y otras fuerzas sociales no menos importantes. Creo mucho más en la acción cívica, constante, coordinada e imaginativa que en la eficacia ciega y rápida de los fusiles. Acabamos de ver que hay soluciones más humanas, e incluso más eficaces, que los GAL.
Por otra parte, todo lo que ahora sea coincidir políticamente con ETA es ayudarle a sobrevivir e incluso a progresar. Proponer y pedir la negociación es, se quiera o no, reforzar a ETA. Andar proponiendo y promoviendo el independentismo es, se quiera o no, reforzar a ETA.
Los no independentistas del PNV, los federalistas y regionalistas del Partido Nacionalista Vasco, que han sido y aún son muchos, tienen ahora mucho que decir y que hacer; tienen una importante clave de la situación actual. Por tener, tienen el ejemplo de su fundador, Sabino Arana Goiri. Él fue más realista que nadie cuando, al final de su vida, estuvo dispuesto a dejar las riendas del partido con tal de no perjudicar a su pueblo. La Liga de Vascos Españolista (es decir, no antiespañola), proyecto de Sabino, pudo ser todo un cambio de rumbo. Hoy, dentro ya de la Comunidad Europea, las razones son muchos más poderosas.
Con un PNV estatutariamente federalista, por ejemplo, en todo caso no independentista, el independentismo guerrillero, dentro de la mejor tradición hispana, tendría poco que hacer. El PNV y su Gobierno tendrían entonces mucha mayor fuerza política y moral ante cualquier Gobierno español, dentro de España y en toda Europa.
Sea lo que fuere, el miedo y la insolidaridad no traen nunca la paz. La traen -con precios altos a
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