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Agosto es el mes de Solana en Cantabria

El "mes de Gutiérrez Solana en Cantabria" se desarrolla en este agosto para conmemorar el primer centenario del nacimiento del pintor, acaecido en Madrid. Oriundo de esta región donde nacieron sus antepasados, el autor de La España negra siempre se consideró cántabro y aquí vivió durante unos años que fueron considerados decisivos en su biografía de escritor costumbrista y de pintor.Tres meses después de que el Ayuntamiento de Santander abriera una biblioteca pública que lleva su nombre en una de las zonas de más densa demografia, importantes actos culturales se suceden a lo largo de estos días en Cantabria. Los promueven el Gobierno autónomo, el Ayuntamiento y la Fundación Botín, en cuya sede, los jueves escritores y críticos analizan la vida y obra de Solana.

Numerosos cuadros que llevan su firma, pertenecientes, en su mayor parte, al Banco de Santander, pueden verse en el Museo Municipal. Entre aguafuertes, litografías, dibujos y óleos, medio centenar de obras hacen de la muestra uno de los sucesos culturales del verano en Santander que, en esta época del año, tantas actividades artísticas despliega. El bibliófilo, El fin del mundo y El lechuga y su cuadrilla figuran entre las grandes aportaciones de colecciones privadas que se admiran en el museo junto a numerosísimos aguafuertes y dibujos de propiedad municipal.

En vida, según sus biógrafos, Solana expuso en siete ocasiones en Cantabria; algunas más fueron promovidas después de muerto y ésta acaso sea la décima muestra.

Reproducciones de algunos de sus más conocidos cuadros, como Los indianos y La rampa de puerto chico, integran, desde estos días, una exposición permanente cuya autoría corresponde a los niños del colegio público Príncipe de Asturias, de Ramales. Su inauguración, en Arredondo, se acaba de verificar. Aquí tuvieron su solar los Gutiérrez Solana y el paisaje montaraz y apacible de las riberas del Asón está muy ceñido al ancestro de Solana. La singularidad de su propia vida, el talento de artista y la munificencia de su estirpe, fueron abordados, ante el pueblo concentrado en la plaza, por el escritor Benito Madariaga.

Emigrantes

Mención inevitable hizo a la contribución de un tío de Solana, Antonio, el pasiego, al impulso en las comunicaciones, inquieto como estaba por sacar a Cantabria de su aislamiento. Aquel emigrante, retornado a la tierra nativa, que invirtió parte de su fortuna en alcanzar grandes bienes de utilidad pública, carece, sin embargo, de una calle a su nombre en Santander aunque siempre ha sido evocado en la comarca. El recuerdo de su esperpéntica decisión de construir una bolera montañesa en el tejado de dos casas ensambladas en el paseo de Pereda, aún en pie, está más fijo en la memoria pintoresca de los cántabros que su obsesión por acercar Santander a Castilla y las Vascongadas.Recordó Madariaga que los indianos siempre fueron maltratados por la literatura regional como nuevos ricos, zafios y patanes. El propio Gutiérrez Solana, nieto e hijo de emigrantes, no pudo esquivar con su pluma semejantes impulsos aunque con los pinceles no nos legara recuerdos negativos.

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