Stalin y la literatura fascista
A la lectora María Isabel Hernández, en carta publicada el día 7 de agosto en este periódico, le parece de pena que EL PAÍS dedique tanto espacio (generoso como para dar cabida a su carta y puede que no la mía) a. un historiador "tan poco serio" como J. Rodríguez Puértolas y su Literatura fascista española.Estamos en verano, y ya se sabe que esta estación es muy proclive, periodísticamente, a toda clase de polémicas, reales, o inventadas, con más o menos fundamento, pero si la misma contiene un trasfondo y unos ribetes interesantes y que así han sido estimados como creo que ocurre en este caso-, mejor que mejor. EL PAÍS hace muy bien y es de agradecer que no haya zanjado tajantemente la discusión; así nos enteramos todos.
Déjeme la lectora Hernández que le: informe que en la presentación del libro de R. Puértolas estuvieron glosándolo, además de A. Sastre, Rafael Conte y Raúl Morodo apadrinando al autor, quizá, para servir de contrapeso ideológico al irrespirable tufillo estalinista que exhalaba por boca y fosas nasales Sastre; una atmósfera, ciertamente, cargada de azufre. Permítame también que le diga que leyendo la Historia social de la literatura española (en lengua castellana, que esto se le olvidó mencionar), de Aguinaga, Iris Zavala y el propio Puértolas, no me sentí en absoluto, como usted sugiere, manipulado y sí, por el contrario, sorprendido gratamente de ver por primera vez un trabajado estudio absolutamente inusual, quiero decir, fuera de lo común, si quiere usted excepcional de excepción sin voluntad de confirmar ninguna regla que, por otra parte, era lo que abundaba. Como me parece también fuera de lo común y en su línea de trabajo el último estudio de Puértolas, aunque sólo sea a efectos comparativos.
Que muchas personas aludidas en el libro se hayan sentido heridas, falseadas u ofendidas es una reacción lógica y ahí están sus réplicas y desacuerdos aparecidos en este diario, pero lo que sí me parece completamente fuera de lugar, con todos los respetos se lo digo, señora o señorita, es que, a estas alturas (o bajuras), agite no sé qué fantasmas estalinistas para descalificar una obra y acusarla de manipuladora.
No sé qué sabrá usted de Stalin (ya ve que entro en su juego y nos apartamos del contenido del libro), pero, desde luego, yo apenas sabía nada o muy poco ole lo que el señor R. Puértolas cuenta en su libro; otra cosa es el juicio crítico que se merezca, que, por cierto, no se verá influido por sus fantasmas personales. Se lo digo de lector a lectora y ya noto cómo me están saliendo cuernos y rabo- Jon I. Odriozola.
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