El joven artista de hoy se siente cosmopolita, nómada y ecléctico

FIETTA JARQUE, ENVIADA ESPECIAL, Las líneas que definen al creador español de la década de los ochenta son tan opuestas como una sombra a la imagen de los artistas de la generación anterior. Donde hubo cierto compromiso social, hoy hay una desideologización militante. Donde hubo adhesión a una tendencia de expresión, hoy reina el eclecticismo. El joven artista de hoy se siente cosmopolita y nómada y, sobre todo, le interesa llegar a la mayor cantidad de gente posible. Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden del seminario Los nuevos creadores españoles: imagen y sonido en la década de los ochenta, que concluyó ayer en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

De hacerse un resultado de la experiencia que ha supuesto este seminario, se podrían sacar conclusiones que confirman ciertas sospechas y otras que sorprenden al ser descubiertas. Los testimonios y el coloquio con 18 representantes de diversas ramas de la creación artística ponen de relieve en primer término que una discusión con ellos se aleja mucho de una disquisición sobre contenidos. No se habla de tendencias globales ni de estilos como norma o militancia.El director del seminario, Francisco Calvo Serraller, mencionó en la última sesión que lo nuevos creadores no se clasifican por sus estilos expresivos, sino justamente por la libertad con la que toman del pasado de la historia del arte los elementos que necesitan.

Este eclecticismo de las formas encaja con otra actitud vital del nuevo creador: el nomadismo, entendido en forma amplia. La figura del artista exiliado se ha cambiado por la del artista voluntariamente nómada que es capaz de vivir y trabajar en cualquier lugar porque ya no existe para él una meca. Nueva York ofrece un mercado importante para el arte pero ha dejado ya de ser un santuario indispensable.

Actitud errante

Esta actitud errante va unida al cosmopolitismo de los nuevos creadores. Ejemplos como el de José María Sicilia, que vive en Nueva York, o el de Miquel Barceló, que desarrolla su trabajo en París, ilustran este deseo de permanecer en contacto con realidades que los estimulan temporalmente. Muchos otros de los que participaron en el seminario estos días mantienen un constante contacto con el extranjero, donde sus obras han encontrado mejor acogida que dentro de estas fronteras.

"Vales lo que vale tu trabajo y aquí es dificil para los jóvenes encontrar el apoyo y los medios necesarios. Hay mucho miedo a arriesgar" afirmaba el fotógrafo Xavier Guardans. Existe, al parecer, aquí una cierta desconfianza por las propuestas y el triunfo o acogida que tienen las obras de algunos de los nuevos creadores españoles en el extranjero. El mercado del arte volvió una y otra vez. Un mercado al que los artistas intentan acceder sin hacer concesiones y valorando su aporte original. Un mercado que realza tanto lo primero como lo perdurable y ante el que el espectador se rinde con desconfianza.

Los nuevos creadores españoles tienen una vocación de masas. El problema moral que se planteaba hasta hace algunos años el artista sobre el arte para minorías o para mayorías ha perdido sentido para esta generación. Hay también una desideologización del artista y en el caso de España esta actitud se da paradójicamente frente a la afirmación de un compromiso político por parte de los representantes del poder.