La memoria de la guerra civil
Es una paradoja que durante el mes de julio se recordara el cincuentenario del inicio de la guerra civil y, sin embargo, no se hablara de los vestigios palpables que aún quedan de la misma. Los diarios y la televisión se hacen eco del sufrimiento del pueblo español, de su heroísmo luchando por la libertad y la democracia, y al final llega un momento en que parece que todo es algo lejano que ya no afecta a nadie porque se ha convertido en un fascículo de gran tirada.Todo el mundo era bueno, los unos y los otros, porque al fin y al cabo luchaban por sus ideales. Interpretado desde este punto de vista, el señor Pinochet es un místico idealista, y el señor Botha, un santo de piel blanca. Pero no es así. Cierto que todo el país sufrió durante años las consecuencias del conflicto; sin embargo, unos provocaron el sufrimiento y otros fueron víctimas mayoritarias, durante muchos años, de él. Y para más, aún algunos continúan siendo víctimas de una contienda de hace 50 años. Los militares y carabineros republicanos aún estamos esperando que se reconozcan nuestro esfuerzo y dedicación a la defensa de la legalidad.
El Gobierno socialista, al contrario que los Gobiernos democráticos europeos, se niega a restituir a su justo punto la contribución de estos luchadores. Si no se es un indigente no se cobra, porque parece ser que es una pensión-regalo en lugar de ser una pensión de justicia. Muerte, dolor, cárcel, exilio y vejaciones no son nada o quizá sólo un capítulo más de un serial televisivo.
Los carabineros de la República esperamos que el Gobierno reconsidere su actitud y zanje esta cuestión pendiente con equidad. Mientras, para nosotros, un puñado de ancianos y viudas, la guerra aún no ha acabado.-
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