Violencias en la guerra civil
Don Joaquín Calvo Sotelo, en la sección de Cartas al director correspondiente al domingo día 20 de julio, en. el diar:io EL PAÍS, hace referencia al pie de una fotografia publicada en el suplemento sobre la guerra civil del domingo día 6 de julio del mismo periódico, y dice: que las personas que en ella aparecen, muertas en la madrileña Casa de Campo en el año 1936, lo fueron por personas afectas al Gobierno y no por las fuerzas nacionalistas, como se dice en dicho suplemento.Sin ninguna otra explicación por parte del señor Calvo Sotelo es muy difícil saber ahora si éste tiene razón, pero nos inclinamos por la versión dada por don Alberto Reig Tapia, autor del trabajo al que nos estamos refiriendo, que, sin duda, ha tenido a la vista la documentación acreditativa de lo que él afirmó.
Si el señor Calvo Sotelo hace tal aserto porque en su opinión, un tanto maniquea, los buenos eran los sublevados y los malos los seguidores del Gobierno legítimo, he de decirle entonces que se equivoca, pues yo, que he vivido en Burgos durante bastantes años, después de la guerra civil, puedo asegurarle que dicha capital, sede entonces del alzamiento militar, tiene en sus proximidades un paraje conocido como el Monte de Este'par, donde existen enterramientos de varios millares de personas que fueron muertas sin formación de causa, y que viene a ser el paralelo
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de la Casa de Campo o de Palacuellos en Madrid.
Hay que resaltar, sin embargo, una circunstancia importante, como es que, mientras Madrid tenía en el año 1936 más de un millón de habitantes, Burgos apenas si llegaba a los 50.000, y, sin embargo, las cifras de las personas muertas en tales circunstancias alcanzó cotas muy elevadas.
Otra diferencia importante que resaltar es que, mientras en la zona regida por el Gobierno legítimo los desmanes se cometían por personas o grupos incontrolados, que desbordaron momentáneamente a aquél, hachos sobre los que se pronunciaron abiertamente, para condenarlos, personas como Azaña, Prieto, Zugazagoitia y otras, en la zona regida por el general Franco, en la que no se movía ni la hoja de un árbol -según la expresión gráfica que en los tratados de apologética se emplea para describirnos el inmenso poder del creador-, sin que hubiese sido previamente ordenado por quien podía hacerlo, estos desmanes eran conocidos y propiciados por quienes detentaban el poder en aquellazona.
Por otra parte, y a mi modo de ver, tanta o más responsabilidad tuvieron en dichas violencias las personas que las fomentaron o instigaron como las que fueron meros brazos ejecutores de ellas. Y a este respecto, siento tener que recordarle al señor Calvo Sotelo que, según puede leerse en la obra del profesor Tusell Las elecciones del Frente Popular, Editorial Cuadernos para el Diálogo, año 1971, tomo I, páginas 210 y 211, su hermano don José Calvo Sotelo -que ya en el año 1933 se había entrevistado con Mussolini en solicitud de ayuda para derrocar al Gobierno republicano mediante la fuerza- en la campaña electoral de 1936 empleó un lenguaje más violento que el utilizado por el propio Largo Caballero, o por, José Díaz, secretario entonces del Partido Comunista, pues si bien éstos hablaban en sus discursos de la revolución social, lo hacían en forma mesurada y como una meta a conseguir a largo plazo, mientras que don José Calvo Sotelo instaba a la subversión en forma inmediata para el caso de que las elecciones le fuesen adversas. Y como la violencia engendra siempre violencia, don José Calvo Sotelo acabó siendo víctima de ella.- Deogracias M. Díaz del Hoyo.
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