Caza de brujas
Ante el cúmulo de opiniones ultrapolíticas, extraliterarias y descalificadoras de hechos y personas aparecidas en su periódico y provocadas en su mayoría por las opiniones vertidas por don Alfonso Sastre en la sección Libros del pasado 10 de julio sobre el libro del profesor Rodríguez Puértolas Literatura fascista española, me gustaría aportar a la polémica, a la manera del señor Sastre, aunque no precisamente en la misma dirección, mi memoria histórica de una época que a los dos nos tocó sufrir en la juventud, que es cuando el dolor se hace más perdurable en el recuerdo, El libro es un espléndido censo de los que sirvieron con su pluma al fascismo en alguna etapa de nuestra historia más cercana, o aún le siguen sirviendo. En él no hay lugar, para el rencor ni para la descalificación personal, y si de algo peca es de omitir en su relación a personas como el mismo señor Sastre, autor que debe su nombradía a Escuadra hacia la muerte, obra de teatro que la organización fascista universitaria del TEU montó, estrenó con bombo y platillo y se encargó de difundir a través de sus numerosas organizaciones estudiantiles, así como a sus habituales colaboraciones en revistas falangistas del SEU, tales como La Hoja o Acento Cultural -publicación importante que ofrezco al autor para su estudio.Preveo, pues, que, con motivo del cincuentenario de la guerra civil, se va a producir una lamentable caza de brujas del fascista, lo mismo que, en tiempos aún sangrantes, se puso en el punto de mira de la mala leche nacional a los rojos, a quienes no se les ha perdonado todavía que perdieran una guerra. Sin embargo, no veo que ese libro se haya escrito para eso ni que se trate críticamente a hombres como el profesor Aranguren -cuyo pecado se condensa en cuatro artículos publicados en Arriba allá por los terroríficos cuarenta- El libro no juzga, tal vez porque su autor sabe muy bien que el hombre se salva o se condena por los actos de toda una vida antes que por unos escritos, sobre todo si éstos son fruto de épocas de incertidumbre. El profesor Aranguren nos ha enseñado libertad a muchos y, sobre todo, nos dio en su momento una lección de valentía. Son sus actos los que le salvan para la libertad, no los inciensos de los turiferarios neoconversos, como tampoco le condenan los anatemas de los inquisidores de turno, máxime cuando éstos serían incapaces de firmar ningún manifiesto condenatorio de la tortura, los atentados contra la vida y la libertad de las personas, si esas trasgresiones de la Libertad, con mayúscula, las realiza una organización neofascista llamada ETA. Desde luego, quien no le condena es el libro de Rodríguez Puértolas-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.