Las conversaciones entre Tel Aviv y Rabat abren una brecha en el muro de hostilidad hacia Israel
La decisión del rey Hassan II de recibir públicamente al primer ministro israelí, Simón Peres, en Marruecos, es considerada en Tel Aviv como una nueva brecha -tras la paz concluida con Egipto- en el muro de hostilidad árabe que rodea al Estado de Israel. Varios ministros israelíes han subrayado el hecho de que el rey de Marruecos, que es también presidente de la Liga Árabe, no haya tenido en cuenta una vieja decisión de la Liga que pide a todos los países árabes que ejerzan un boicoteo total y sin fisuras hacia el Estado de Israel, al que califica de "entidad sionista".
Hasta ahora sólo Siria ha roto relaciones con Marruecos después de la visita oficial de Peres. En 1979, tras la paz con Israel, el Egipto de Anuar el Sadat se encontró aislado y abucheado por todos los estados árabes, tanto radicales como moderados. Si Siria permanece aislada en su gesto, o sólo es seguida por la Libia de Muammar el Gaddafi, el encuentro Hassan-Peres habrá obtenido su primer resultado importante: reforzar el campo de los países árabes moderados, deseosos de paz, respecto al bloque radical, animado por Damasco."Felicitamos al primer ministro en su misión y esperamos que esta visita contribuya a mejorar las relaciones israelo-árabes. Incluso si el encuentro de Rabat no tuviera resultados espectaculares, la visita en sí misma constituye ya un paso importante y se coloca entre los hechos positivos, y no son pocos, que debemos a Simón Peres desde su acceso a la presidencia del Consejo", escribe el diario popular nacionalista Maariv, el único que publicó ayer un editorial sobre el viaje sorpresa de Peres.
En Tel Aviv se está, no obstante, en contra de cualquier optimismo prematuro. Las conversaciones Hassan-Peres no son negociaciones, ni siquiera prenegociaciones. Aunque Marruecos esté técnicamente en guerra con Israel desde 1948, este país no es verdaderamente parte interesada en el conflicto, dado que no tiene fronteras con Israel y no ha participado en las guerras israelo-árabes. Además, Peres, que viajó con el acuerdo del líder del Likud y viceprimer ministro, Isaac Shamir, no puede entablar una negociación propiamente dicha. Shamir acaba de recordárselo públicamente: "Simón Peres no ha recibido el mandato del Gabinete para hacer concesiones territoriales de ningún tipo".
Cabe preguntarse entonces cuál es la razón de ser de este encuentro sin precedentes. Un intercambio de puntos de vista cuyo objetivo es comprobar hasta dónde cada una de las partes -israelíes y árabes- puede hacer concesiones para permitir que se relance el proceso de paz. Concretamente, el encuentro Hassan-Peres debía examinar las posibilidades, los nuevos datos y parámetros posibles de una negociación entre Israel, Jordania y los palestinos.
Según pudo saber EL PAÍS de fuentes cercanas al Gobierno, Peres no se conforma con iniciar conversaciones con el rey Hussein en exclusiva. Al igual que el ministro de Defensa, Isaac Rabin, el primer ministro israelí considera que la componente palestina es indispensable para llegar a una verdadera paz. Sin duda, Peres estaría dispuesto a negociar con el rey Hussein sobre el futuro de Cisjordania y Gaza si el soberano jordano recibiera un mandato en ese sentido de los palestinos. Como no es el caso, la única fórmula práctica consiste en conversaciones con una delegación conjunta jordano-palestina.
El Likud no está en absoluto contento con el viaje de Peres a Marruecos. Shamir no ha podido oponerse: ¿cómo decir que no a un encuentro público con un dirigente árabe, especialmente con el rey de Marruecos, sin perder una buena parte de su popularidad entre la opinión pública israelí, y sobre todo ante cerca de un millón de israelíes de origen marroquí, partidarios tradicionales del Likud?
Sin embargo, en el estado mayor político del Likud resultaría bastante molesto que el primer ministro regresara de Marruecos con una buena noticia para el proceso de paz, ya que cualquier reinicio de las negociaciones tendría que estar basado en un compromiso territorial.
En la extrema derecha nacionalista estos temores se formulan abiertamente: "Desconfío de Peres en todas partes, no solamente en Marruecos, porque está dispuesto a renunciar a nuestras tierras en Judea y Samaría (Cisjordania) a cambio de ilusiones de paz", afirma la diputada Geulah Cohen, del partido ultranacionalista Tehiya. Cohen añade: "En Rabat ya vendimos el Sinaí (en alusión a la prenegociación llevada a cabo en ese país por Moshe Dayan con el emisario del presidente Sadat, Hasan Tohami, en 1977). En Rabat, una vez más, nos disponemos ahora a vender una parte de Judea y de la Samaría".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.