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Antoni Tàpies expone 44 esculturas y relieves en la abadía francesa de Montmajour, cerca de Arlés

La muestra es la manifestación escultórica más importante del artista catalán

La abadía francesa de Montmajour, cerca de la ciudad provenzal de Arlés en la carretera hacia Tarascon acoge desde el pasado día 6 de julio y hasta el próximo 13 de octubre, una exposición de 44 esculturas y relieves del artista catalán Antoni Tàpies. Ésta es la exposición de obra escultórica más importante realizada por Tàpies. La muestra ha sido organizada por la fundación privada francesa L'Incitation à la Création, que ya invitó a Tàpies en el verano de 1983 a realizar una exposición en otra abadía provenzal, la de Sénanque, que se denominó Pinturas, tintas y barnices 1982-1983.La abadía de Montmajour, que ha estado durante años en esta do de considerable abandono comprende tres partes construidas, respectivamente, en los siglos XII, XIII y XVIII. Pese a esta diferencia de períodos y no obstante los estragos del tiempo, Montmajour es a la vez un lugar amable e inquietante, que ofrece un marco extraordinariamente congruente con los relieves y esculturas de Tàpies, dos ámbitos creativos en los que el artista catalán se había prodigado hasta ahora sólo en contadas circunstancias y casi siempre en dimensiones menores.

Las 27 esculturas y 17 relieves murales de que se compone la exposición de Montmajour fueron realizadas por Tàpies en los años 1984 (sólo una de lar, piezas), 1985 y 1986 en los talleres de la galería Lelong, en la ciudad francesa de Grasse. Las 44 obras están expuestas en dos grandes salas rectangulares a las que se accede desde el claustro de la abadía.

Los materiales que componen la mayor parte de las esculturas son barro cocido y esmalte, mientras que la mayoría de los relieves fueron realizados en lava y esmalte. La factura de estas piezas -dadas las dimensiones de algunas de ellas y el peculiarísimo proceso creativo de Tàpies con sus materiales (que el artista define como "un constante diálogo con la obra, habitualmente lleno de azares")- ha resultado particularmente delicada. En el caso de la Campana, una de las mayores y más pesadas esculturas de la exposición, fue necesario romper la puerta del horno donde se había cocido, porque la escultura había crecido.

Un marco impresionante

El día 6 de julio, domingo, el sol provenzal brilló hasta muy entrada la tarde, era un cielo tranquilizadoramente azul sobre Montmajour, mientras unas 200 personas se reunían en tomo a Tápi9s para el vernissage de la exposición. Algunos de los invitados comentaron, ante el recoleto claustro dominado por una alta torre cuadrada, de construcción evidentemente posterior, que el lugar recordaba en la imaginación al monasterio donde transcurre El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco.De hecho, la primera vez que Tàpies vió la abadía de Montmajour era un día invernal, en el que la niebla sepultaba las llanuras circundantes al montículo sobre el que se alza la abadía y el lugar adquiría perfiles misteriosos y mágicos, evocadores quizá del macizo del Montseny, próximo a Barcelona, donde Tàpies vive y crea una buena parte del año. Todo en Montmajour evoca la síntesis de signos y materia, de claridad y misterio, de trascendencia y humanidad, que puede encontrase en toda la obra de Tàpies y desde luego en las esculturas y relieves que se exponen este verano en la abadía y que después viajarán a París y a Alemania Occidental.

El significativo conjunto de obras que puede verse en Montmajour, al igual que otras creaciones escultóricas de Tàpies -por ejemplo el monumento Homenatge a Picasso, instalado desde 1984 en el paseo barcelonés que lleva el nombre del artista malagueño- representa una expansión y una continuación del sistema de signos y referencias que ya puede hallarse en la anterior obra pictórica y gráfica del artista.

Sistema de signos

Cruces, números, círculos, letras y formas de pies, manos y cuerpos humanos se anuncian o se insinúan entre y sobre las texturas, las formas y los trazos de Tàpies y los objetos asumen cualidades de arquetipos, de estelas del paso humano por el tiempo y la materia.Al igual que las pinturas, las esculturas de Tàpies en Montmajour participan del interés del artista por las culturas y las filosofías orientales, pero evidencian también la preocupación por la contemporaneidad y la situación de la condición humana, que es otro punto central del discurso creativo del artista.

Otras fascinaciones de Tàpies -como el mismo macizo del Montseny, representado en Estela del Montseny (1985-86)- aparecen también reflejadas en estas obras escultóricas y relieves.

Como apunta el crítico de arte francés Jean Frémon en el catálogo de la exposición de Montmajour, hay algunas obras de esta muestra que recuerdan "las estelas y los colosos de piedra del antiguo Egipto"; otras recrean sorprendentemente "las texturas de los esmaltes chinos"; en otras más, los vigorosos trazos, incisiones y agujeros que Tàpies hace en sus materiales, unidos a la presencia constante de los signos, evocan y potencian "la ligereza de la caligrafía japonesa". "Las cosas apenas existen; el arte les aporta significado (...). Las hace al tiempo más imples y más complejas. Las purifica y enriquece (...). Es a través de esta operación y de ninguna otra que, a través de los tiempos, el objeto más trivial -un diente, una zapatilla- y el más elevado -un libro, un cráneo- se convierte en sagrado. Hoy día ya no hay alquirraistas ni sabios; sólo unos cuantos artistas".

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