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PAMPLONA: FERIA DEL TORO

Mansos y golfos

ENVIADO ESPECIALQue vigile el amo, don Fermín. Por los predios jerezanos de Fuente Rey, su finca ganadera, debió pasar hace cuatro años una parada de mansos, mansos y golfos, que les dieron fiesta a las vacas. De aquellas alegrías, noches de mucho retozar por sobre los mullidos pastaderos, venga el cante, mientras el amo dormía confiado, han resultado estos toros de ayer, mansos y golfos como sus padres. Y sus madres; que si una no quiere, a una no la deshonran.

Los mansos golfos Bohórquez de ayer propiciaron la aburrisión, que decía el caló. Los mansos golfos Bohórquez de ayer eran de impresionante arboladura; altos, largos, anchos, hondos, y no satisfechos con su tridimensional trapío, ponían cara fosca y llevaban el colmillo retorcido. Los mansos golfos Bohórquez de ayer eran unos chulos.

Bohórquez / Jiménez, Mendes, Oliva

Toros de Fermín Bohórquez, de gran trapío, mansos y broncos. Pepín Jiménez estocada corta caída; pinchazo hondo bajo y descabello (silencio en los dos). Víctor Mendes: estocada trasera tendida caída (silencio); metisaca bajísimo (vuelta). Emilio Oliva: pinchazo hondo caído, siete descabellos -aviso-, dos descabellos más y se acuesta el toro; dos pinchazos y estocada (silencio en los dos).Plaza de Pamplona, 11 de julio. Sexta corrida de feria.

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Acordes con su chulería, salían corretones y miraban desafiantes por encima de la barrera. Pero en cuanto la acorazada de picar se les echaba encima, huían despavoridos. Tras el correctivo de la acorazada, se les acababan los humos, escondían las carotas entre las pezuñas, tiraban derrotes. Los mansos golfos Bohórquez impedían a los diestros dar derechazos y cuando un diestro moderno no puede dar derechazos la corrida es un sainete. La tauromaquia enseña que hay otras suertes, inventadas precisamente para dominar a los mansos golfos, pero el capítulo correspondiente debe de estar en sueco, idioma que los diestros modernos no dominan.

Hubo sus excepciones. Primera: Pepín Jiménez ensayó toreo bueno con el toro que abrió plaza, único aproximadamente bravo de la tarde; sólo que el individuo acorazado del castoreño le había aniquilado el espinazo, mugía rencores irreproducibles, y se negaba a embestir, en señal de protesta.

Segunda excepción: el quinto tomaba medianamente la muleta por el pitón derecho y Víctor Mendes le dio derechazos valientes, corriendo bien la mano, unas veces el compás abierto, otras cerrado.

Intentó un natural y el toro se le echó encima. Volvió a los derechazos y sufrió un volteretón espectacular, del que resultó con la taleguilla pitoneada y desgarrada por distintas costuras. Así que hasta ese Bohórquez que se fingía bueno en el fondo era aun más golfo y ladino que los demás.

Mendes banderilleó sus dos mansos asomándose al balcón. Estas positivas realizaciones tuvo de ventaja sobre sus compañeros de terna. En cambio le restó puntos la forma de lidiar al segundo de la tarde, desordenada e incompetente. Menos mal que Pepín Jiménez, asumiendo su responsabilidad de director de lidia, echó una mano y corregía errores.

Jiménez abrevió con el cuarto que era incierto. Emilio Oliva sadudó con una larga cambiada de rodillas al tercero, lo brindó al público, y como el toro se le vencía, cortó la faena. Al sexto le dio media docena de derechazos, los que tenía, y avisado de que le quería coger, abrevió. El amo de la vacada, don Fermín, advertido del golfísimo comportamiento de sus pupilos, deberá tomar medidas urgentes. De entrada, tupir y levantar la cerca; después, meterles a las vacas un semental pío, que las muja sermones sobre los muchos bienes que reporta la fidelidad conyugal, y los muchos males que acarrean las noches jerezanas de cante: y carnestolendas.

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