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RELIGIÓN

La Iglesia anglicana aplaza hasta el año próximo la votación sobre la ordenación de mujeres

La Iglesia de Inglaterra decidió ayer ganar tiempo en el conflictivo tema de la ordenación sacerdotal de las mujeres y se pronunció por un aplazamiento hasta febrero del problema más delicado con que se enfrenta la comunión anglicana en sus 400 años de historia.El sínodo general de la Church of England (Iglesia de Inglaterra), reunido en York -capital eclesiástica del Norte- desde el pasado viernes, se manifestó en votación a mano alzada por la remisión del informe sobre las consecuencias de la ordenación de sacerdotisas a la cámara de obispos, que, junto a las de clérigos y laicos, forma el sínodo general, o parlamento de la confesión religiosa oficial del país, cuya cabeza visible es la reina Isabel II. El arzobispo de York, John Hapgood, decidido partidario de la medida, manifestó ante el sínodo que era necesario que la Iglesia de Inglaterra dirigiera las consecuencias de la ordenación de mujeres antes de pronunciarse definitivamente sobre la misma. La decisión fue adoptada en una reunión de última hora celebrada por los obispos, que temían las repercusiones internas y ecuménicas que el acceso de mujeres al presbiteriado podrían tener en el funcionamiento de la Iglesia y en las conversaciones con Roma para conseguir la unidad futura de las confesiones cristianas.

La Iglesia de Inglaterra decidió en 1975 que existían "objeciones teológicas" para la ordenación de las mujeres. En 1984, el sínodo se pronunció a favor de preparar la normativa necesaria para la ordenación, y, a tal efecto, pidió al profesor David McLean, de la universidad de Sheffield, la redacción de un informe sobre las repercusiones de la medida.

El informe, preparado por una comisión de 12 laicos y distribuido a los miembros del sínodo, llegó a unas conclusiones tan catastrofistas si la Iglesia de Inglaterra daba su bendición final a la ordenación de mujeres sacerdotisas que los miembros del sínodo se asustaron. En el informe se prevé la posiblidad de un cisma. amistoso, pero cisma al fin y al cabo, con una Iglesia paralela únicamente masculina y parroquias separadas de la obediencia de los obispos diocesanos según éstos estuvieran a favor o en contra de la ordenación.

En el ánimo de los asistentes al sínodo ha pesado igualmente la publicación de un intercambio de cartas entre el Vaticano y la sede anglicana de Canterbury, en la que el papa Juan Pablo II advertía al primado anglicano de los obstáculos que la ordenación sacerdotal de las mujeres tendría para la futura unidad cristiana.

Fuentes eclesiásticas han manifestado que, aunque por parte de la Iglesia católica se admite la discusión teológica del tema, como lo prueba el intercambio de cartas entre el presidente del Secretariado para la Unidad de los Cristianos, Johannes Willebrands, y el arzobispo de Carterbury, el tema es totalmente tabú para la Iglesia ortodoxa griega y las iglesias orientales.

El sínodo tenía ante sí tres mociones sobre el papel de las mujeres en la Iglesia de Inglaterra. El primero se refería a la posibilidad de que las sacerdotisas ordenadas en otras provincias anglicanas, como Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, pudieran celebrar la eucaristía en iglesias de la provincia eclesial de Inglaterra.

A pesar de que el arzobispo de Canterbury, doctor Robert Runcie, echó todo su peso a favor de la moción -"no dividamos a la comunión anglicana"-, la propuesta no obtuvo los dos tercios requeridos para que el sínodo la aprobara. El resultado de la votación del sábado, que sólo consiguió rebasar los dos tercios en la cámara de los obispos, hizo predecir a los observadores que la moción de ayer a favor de preparar la normativa necesaria para la ordenación de las mujeres no obtendría los votos necesarios para su aprobación.

El sínodo optó por una decisión típicamente eclesial: evitar la confrontación aplazando la cuestión hasta el próximo febrero.

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