Trampas
Hay con alguna frecuencia en las listas de premios de los festivales notorios disparates. En el reciente Imagfic de Madrid se destaparon dos de solemnidad: el primero fue el premio especial que el jurado concedió a la tramposa Vivir y morir en Los Ángeles, y el segundo, el premio a la mejor dirección concedido al tramposisimo Sam Raimi por su trabajo en esta Crimewawe. Es normal que los cineastas que no saben usar la paradójica verdad de la ficción, engañen; lo que no es normal es que algunos llamados expertos les crean.Esta película es un artificioso intento de organizar, con una serie de gags en cadena, un relato al antiguo estilo de las comedias de acción desenfrenada de la época muda de Hollywood. Como intento no está mal, aunque no es cosa nueva. Pero Crimewawe no pasa en absoluto de intento.
Crimewawe
Director: Sam Raimi. Producción norteamericana, 1985. Intérpretes: Reed Birney, Brion James, Sheree Christopher. Estreno en Madrid: cines Aluche, Cartago, Juan de Austria, Lope de Vega y, en versión original subtitulada, California.
En este sentido, y como simple proyecto, Crimewawe es y parte de una buena idea. Pero una película no es sólo su idea motora, ni tampoco su calidad puede depender exclusivamente de su desencadenamiento, por feliz que éste sea, sino fundamentalmente de su tiempo, es decir, del desarrollo visual y temporal de aquella idea y de este desencadenamiento a través de situaciones y de personajes en permanente movimiento interior y exterior.
El movimiento sobre el que ese tipo de filmes discurre es el llamado ajetreo, el ejercicio casi circense del "más difícil o incluso el más imposible todavía", en busca de una acción en forma de vértigo. Mantener decoro, medida y rigor en este juego desenfrenado es asunto o bien muy difícil o bien, por el contrario, muy fácil. Depende del grado de autoexigencia de los autores del filme, pues en él no hay lugar para el término medio, y es esta opción un tanto extrema la que se presta al ejercicio de la cuquería y el engaño. Raimi opta descaradamente por el lado fácil, el de los trucos, y en Crimewawe nos empacha de ellos.
Toda la película es una colección de trucos -algunos ciertamente brillantes considerados aisladamente, pero nunca en conjunto- de puesta en escena, de distorsión óptica, de apariencia de construcción de personajes y de situaciones. Mentir con la cámara es; cosa sencilla, y este filme es buen ejemplo de ello: encubre la falta de talento con una hábil organización de recursos encubridores de esa falta y hace discurrir tales recursos sobre una sensación de ritmo trepidante, de acumulación vertiginosa de sucesos inesperados que no conducen a ninguna parte, salvo al cansancio prematuro, y al hastío final.
Babelia
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