La torería de El Inclusero
EMILIO MARTÍNEZ Gregorio Tébar, El Inclusero, que se vestía de luces por primera vez en la temporada, y frente a los Victorino, toros que no quieren la mayoría de sus compañeros de escalafón, salvó la dificil papeleta con gran dignidad y torería. Al que abrió plaza le dio cinco verónicas perfumadas de esencia artística, ganando terreno hacia los medios y rematando con media extraordinaria. El toro se vino abajo en el último tercio y El Inclusero, que había iniciado la faena con dos hondos trincherazos y un pase de la firma, se la jugó, exponiendo y cruzándose con valentía y decisión.
En el cuarto, un torazo manso, largo y cuajado, se dedicó a algo tan aparentemente fácil como torear. De nuevo, trincherazos y ayudados para iniciar la labor, continuada con redondos y naturales de cartel taurino, realizados con gran belleza, hondura y clasicismo. Y, por supuesto, también con enorme valor.
Victorino / El Inclusero, Ruiz Miguel, González
Cinco toros de Victorino Martín, bien presentados, encastados y de juego desigual, y uno, cuarto, de hermanos García, grande y manso. El Inclusero: ovación y vuelta. Ruiz Miguel: oreja y vuelta. Dámaso González: oreja y vuelta. Alicante, 29 de junio. Última corrida de feria.
Sus placeadísimos compañeros, viendo la catadura del público festivo y poco entendido de Alicante, se dedicaron a agradarles. Ruiz Miguel, por aquello del Mundial, regateó, corrió y sudó, en su primer enemigo, intentando torear siempre al hilo del pitón. En su otro toro mejoró algo la calidad de su faena, dentro de un orden.
Dámaso González realizó una labor tan antiestética como arriesgada y tremendista y hasta hizo el teléfono.
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