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Dimite el jefe de los servicios secretos de Israel tras recibir garantías de inmunidad

Abraham Shalom, jefe del Shin Beth (servicios secretos de Israel), y varios de sus inmediatos colaboradores, implicados en la muerte de dos presuntos terroristas palestinos y acusados de falso testimonio, han presentado su dimisión. El jefe de Estado, Haim Herzog, ha prometido al jefe del Shin Beth y a sus asesores una medida de gracia preventiva -para lo cual está autorizado por la Constitución israelí, que regula este tipo de amnistía- antes incluso de que se abra una investigación judicial contra los implicados.

Esta doble decisión -dimisión de Shalom y promesa de inmunidad- pone momentáneamente punto final al caso, que ha costado el cargo a un fiscal general del Estado, Isaac Zamir, que trató de investigar las acusaciones de tres miembros de los servicios secretos israelíes sobre las circunstancias en que se produjo la muerte de dos palestinos tras el secuestro de un autobús en el centro de Israel, en abril de 1984.Según esos agentes, sus superiores mintieron en sus declaraciones sobre el Caso ante la comisión judicial que lo investigaba, e incitaron a mentir a otros agentes del Shin Beth.

En el asalto perpetrado contra el autobús resultaron muertos una soldado israelí y dos miembros del comando secuestrador. Otros dos palestinos murieron después de haber sido capturados. Al parecer, perdieron la vida durante el interrogatorio a que fueron sometidos por los servicios de seguridad israelíes. Según los agentes arrepentidos, los palestinos fueron ultimados a culatazos.

Fuertes presiones fueron ejercidas sobre el jefe de los servicios secretos de Israel para que presentara su dimisión. En los primeros momentos en que se suscitó el escándalo se presionó también sobre Shalom con el fin de que renunciara a su cargo para evitar las graves consecuencias políticas que se podían derivar del escándalo.

Shalom se negó entonces a dimitir por considerar que no se debía convertir en un chivo expiatorio de un suceso en el que, cuando se produjo, fue encubierto por el propio primer ministro de aquella época, Isaac Shamir. Sólo la garantía de que sería indultado de antemano y de que, por tanto, no sería perseguido judicialmente por haber mentido e incitado a subordinados suyos a cometer el delito de falso testimonio, convenció a Shalom de que presentara su dimisión.

Salida para el Gobierno

Al parecer, el primer ministro, Simón Peres, y su socio en la coalición gubernamental, Shamir, han respirado tranquilos tras la dimisión de Shalom. El escándalo, que amenazaba el futuro político de Shamir y podía salpicar indirectamente a Peres, ha sido enterrado, según se afirma en medios cercanos al antiguo fiscal general del Estado. Este presentó su dimisión por la oposición gubernamental a su decisión de procesar al jefe de los servicios secretos por, su actuación en el caso de los dos palestinos muertos.Conviene recordar que en una opinión Jurídica expresada hace un año por Zamir al Gobierno -del que por su cargo era consejero jurídico- precisaba que el jefe del Estado no puede amnistiar a nadie antes de que un tribunal pronuncie un veredicto.

El nuevo fiscal del Estado, el juez Josef Jarrish, ha actuado de forma más acomodaticia, ante el problema, ya que en su informe ofrecía una salida al Gobierno. Eso sí, después de haber dejado bien claro que si el jefe del Shin Beth no presentaba su dimisión"no podría ser evitada una investigación a fondo del problema".

Las reacciones sobre la dimisión y el indulto del jefe de los servicios de seguridad y de sus colaboradores más inmediatos no se habían producido aún ayer por la tarde, dada la horá en que se produjo la noticia. En cualquier caso se espera que ambas medidas susciten polémica en los medios jurídicos israelíes ante una solución que un juez israelí ha calificado ya como "solución sórdida para un caso sórdido".

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