Kafka nuestro de cada día
Mal comprendida en su tiempo, rehuida por el público, denostada incluso por los más afinados exegetas de la obra de Hitchcock, Falso culpable no sólo se ha mantenido vigente durante sus tres décadas de existencia, sino que ha ganado fuerza y expresividad con el paso de éstas.Hoy, esta magnífica película, que entonces fue calificada como una involuntaria traición de Hitchcock a esas inimitables pulsiones fabuladoras humorísticas que distinguen su obra de cualquier otra, se manifiesta como una de las películas en las que, pese a la gravedad de la narración, el cineasta británico mantuvo con mayor sutileza su fidelidad a sí mismo.
Desmadeja Hitchcock en Falso culpable los hilos de una situación cotidiana en la vida moderna: el mecanismo, en rigor el rito infernal, de aplicación del aparato de la administración de justicia contra un hombre común, que hasta ese momento ha considerado tales mecanismos como transparentes aliados y que, de improviso, percibe que se vuelven contra él con fría, terrible y desolada bestialidad.
Falso culpable
Director: Alfred Hitchcock. Guión: Maxwell Anderson y Angus McPhail. Fotografía: Robert Burks.Producción norteamericana, Warner Brothers, 1956. Intérpretes: Henry Fonda, Vera Miles, Anthony Quayle, Harold Stone. Reposición en Madrid: cine Infantas.
Se trata de una historia verídica, que es narrada por Anderson McPhail y Hitchcock con escrupulosa fidelidad a los hechos, tal y como ocurrieron unos años antes en un barrio de la ciudad de Nueva York, donde Falso culpable fue filmada en los mismos lugares donde se produjo el suceso desencadenante.
Pero la pudorosa veracidad del relato no impide, sino más bien todo lo contrario, que el cineasta indague con sus afilados métodos de ficción y fabulación en el revés de este suceso, extrayendo de él una inesperada corroboración de su muy pesimista visión personal del destino de los individuos en las sociedades contemporáneas y de los mecanismos policiales y jurídicos que estas sociedades dicen destinar a la defensa de esos mismos individuos.
No hace falta decir que, con estos planteamientos durísimos y en carne viva, Falso culpable es uno de los filmes más subversivos de este cineasta, muchísimo menos conservador que lo que sus detractores dedujeron de su proverbial e iconoclasta tendencia al escepticismo. El humor de Alfred Hitchcock sé diluye aquí en un relato de tan enorme dolor y dureza que rechaza cualquier intromisión desacralizadora.
Con su sorprendente cadencia solemne, Falso culpable es un filme realizado en los bordes de la perfección y supone un asombroso ejercicio de Hitchcock, Henry Fonda y Vera Miles en la difícil asunción por los rostros humanos -el filme está casi totalmente rodado en planos medios o en planos generales que desembocan en un encuadre medio- del lado subjetivo de un acontecimiento minuciosamente objetivado. Un insólito ejercicio de estilo que sitúa a Falso culpable entre los filmes al mismo tiempo más arriesgados y más logrados de un autor que nada dejaba, al azar en su pasión de autoría.
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