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Náusea

Rosa Montero

La Asociación Contra la Tortura, a la que pertenezco, organizó anteayer un tribunal sobre el tema. Presentaron todo tipo de documentación, con fechas, datos y escalofriantes testimonios, incluido el de dos vascos que fueron destrozados mayormente por ser vascos, que después fueron puestos en libertad sin cargos y que tuvieron el apabullante coraje de denunciar a sus verdugos y de contar su caso. En el transcurso del acto se evidenció la náusea y tomó cuerpo una vez más la horrible certidumbre de que en este país se sigue torturando, de que el suplicio aún existe tanto para políticos como para comunes. En un momento de la tarde, un miembro del tribunal, el juez Joaquín Navarro, explicó que para poder denunciar la tortura eficazmente había que mantener también una actitud clara contra todo tipo de violencia. Un hombre del público pitó y mostró su disconformidad: "Eso es confundir a los agresores con los agredidos", dijo. Y yo me atraganté otra vez de náusea. No hay justificación ética posible para las atrocidades de ETA. Si aceptáramos el argumento de agresores y agredidos, tendríamos que aprobar el hecho de que un ciudadano repetidas veces asaltado le descerrajara un tiro a un raterillo de 12 años. Sí, desde luego, hay una cosa llamada terrorismo de Estado del que rara vez se habla; sí, en este país se ha torturado y se tortura; sí, el pueblo vasco es la víctima histórica de una larga incomprensión. Pero todo esto son sólo las explicaciones de un fenómeno, son reflexiones necesarias para íntentar comprender qué nos sucede, y no una exculpación ¡ante el horror. También los nazis surgieron, entre otras causas, de la opresión y la injusticia a la que el pueblo alemán fue sometido, de un tratado de Versalles que los esclavizó, de una inflación brutal, de la desesperación y el hambre. Pero el origen del nazismo jamás podrá justificarlo moralmente.De modo que habrá que decir una vez más que ETA asesina abyectamente y que en este país pervive la práctica de la tortura, esa terrible infamia. Y habrá que repetirlo aún muchas veces, hasta acabar con todo este espanto y recuperar la dignidad humana.

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