El voto negativo de los sin derecho a voto
El talón de Aquiles que hace vulnerable al Gobierno blanco de Suráfrica, es su dependencia económica industrial de los seis millones de trabajadores negros. Lo que no llegó a ocurrir el pasado lunes, fecha conmemorativa del décimo aniversario del levantanúento de Soweto, es incluso una historia mayor que la violencia de los últimos meses.Los autobuses circulaban vacíos, las tiendas mantenían los postigos echados y los centros de trabajo estaban en silencio mientras que millones de negros se negaban de manera impasible a efectuar su trabajo. Ninguno de los decretos de emergencia del presidente Botha pudo impedir la impresionante protesta, y ninguna censura ha podido suprimir las noticia y su significado.
Los oprimidos no sólo han avergonzado a sus opresores, sino que incluso hicieron huelga donde a los racistas más les duele, en la bolsa. Y el éxito de su boicoteo, a pesar del encarcelamiento de cientos de líderes políticos y sindicales, muestra cómo el propio régimen está ahora preso en la trampa de ayudar al movimiento de protesta.
Las juventudes de raza negra que crecieron hace una década en Soweto fueron provocadas por una orden gubernamental que les obligaba a hablar afrikaan en vez del inglés en sus escuelas segregadas; la medida trataba de imponer un obstáculo más a los estudiantes negros. La violencia estalló, y se cobró 570 vidas, forzando al régimen a pensar en disponer en otro tipo de medidas pacificadoras y de desagravio.
En 1979 el Gobierno trató de canalizar el descontento mediante la legalización de las qctividades de los sindicatos negros, con la esperanza de acabar de esta forma con las huelgas salvajes y de imponer la disciplina en los centros de trabajo. La militancia creció, particularmente en las, minas y en las industrias, y todo esto desembocó en la formación en noviembre pasado del Congreso de los Sindicatos Surafricanos, que está constituído por 500.000 miembros repartidos en 33 sindicatos. Pero el régimen no ha podido obligar a estos sindicatos a aceptar un orden del día exclusivamente centrado en cuestiones económicas. (...)
20 de junio
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