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La cultura y la ciencia se citan de nuevo en la Residencia de Estudiantes

El cerro de los Vientos, rebautizado por Juan Ramón Jiménez como colina de los Chopos, fue el lugar elegido por la Junta de Ampliación de Estudios, en 1913, para situar la sede definitiva de la Residencia de Estudiantes, en Madrid. Allí se dieron cita, hasta el verano de 1936, las principales figuras de la vanguardia europea y española, tanto del terreno artístico como científico. Cincuenta años después, la Residencia de Estudiantes recupera su nombre como un símbolo de que el cerro de los Vientos vuelve a ser lugar de encuentro de pensadores y científicos, convirtiéndose en caja de resonancia de la actividad científica española.

En estos cincuenta años de interregno, los pabellones, diseñados por Antonio Flórez en los altos del Hipódromo, situados junto a la Castellana, se convirtieron primero en residencia de oficiales del aire, instituto Cardenal Cisneros después y, por último, residencia de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Precisamente una de las mayores dificultades que ha habido que superar para celebrar ayer el acto simbólico de restitución de su nombre, según Enrique Trillas, presidente del CSIC, ha sido romper los recelos que los antiguos residentes sentían hacia el organismo que desde 1514 rige la Residencia. Estos recelos están totalmente olvidados, a juzgar por la presencia masiva en el acto de ayer de antiguos residentes y su cálida acogida a la historia de la Residencia, escrita por Margarita Sáez de la Calzada.Al acto asistió el ministro de Cultura, Javier Solana, y recogiendo el sentir de todos los presentes intervino Juan Marichal, profesor en la universidad de Harvard, que recordó la enorme influencia que había recibido cuando aún era un joven estudiante de Blas Cabrera, antiguo director del Instituto de Física y química, situado en el pabellón conocido como edificio Rockefeller.

Aunque la imagen de la, Residencia de Estudiantes aparece fundamentalmente ligada a la vanguardia artística -"aquí nació nuestra generación del 27", según decía ayer mismo Rafael Alberti-, en ella se desarrolló también la actividad científica anterior a la guerra civil. Era fíecuente la visita de investigadores europeos, como el nobel Albert Einstein, para dar cursos y conferencias.

Presente

"Actualmente está muy poco aprovechada, tanto su tradición y historia como la actividad que desarrolla actualmente la Residencia", dice José Luis García Velasco, director del Programa de Extensión Científica y Acción Cultural del CSIC; "en ella se alojan los principales investigadores nacionales e internacionales que pasan por Madrid. Generalmente se quedan encantados por el sitio, pero por otra parte, se llevan una impresión pobre del ambiente en que se desenvuelven los investigadores españoles. De alguna forma, la Residencia crea la imagen de España en un grupo de personas que, aunque es reducido por su especial significación, son creadores de opinión en sus respectivos países"Actualmente, la Residencia tiene capacidad para albergar a 200 personas; su nivel de ocupación a lo largo del año se sitúa en torno al 80%. El precio delas habitaciones oscila entre las 1.800 y las 2.000 pesetas. Pero carece de servicios tan elementales, dado el nivel de sus visitantes, como una persona en recepción que hable inglés -el idioma de la comunidad científica- o algunos ejemplares de Prensa extranjera. "Con la restitución de su nombre original no se trata de recuperar fantasmas del pasado", dice José Luis García Velasco, "convirtiéndolo en colegio mayor para la formación de una minoría selecta. Se trata de organizar una actividad científica y cultural que convierta a la Residencia en la caja de resonancia de divulgación de las actividades del CSIC entre la población investigadora y no investigadora. El Consejo tiene una actividad específica que, en sí misma, ya es un hecho cultural".

Para la recuperación de este papel cultural de la Residencia se ha diseñado un plan a corto, medio y largo plazo. Se prevé, incluso, cerrarla durante un tiempo para hacer algunas obras en ella.

La firma, a finales de mayo, de un acuerdo con la Fundación García Lorca para que los fondos de esta fundación queden en uno de los pabellones de mediodía a disposición de estudiosos e investigadores de la obra del poeta granadíno fue el primer eslabón en esta cadena de actuaciones. Con la celebración de ayer, en la que también se descubrió una placa en recuerdo de la Junta de Ampliación de Estudios, se inician, además, los actos que se están preparando en homenaje a esa institución con motivo del 80 aniversario de su fundación, en enero de 1987.

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