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Las presiones norteamericanas impedirán que México declare el impago de su deuda externa

Francisco G. Basterra

Las presiones de Estados Unidos sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI), la banca norteamericana y el Gobierno mexicano están a punto de lograr un acuerdo financiero que impida que México declare unilateralmente la suspensión del pago de intereses de su deuda externa, próxima a 100.000 millones de dólares, confirmaron ayer fuentes gubernamentales en Washington. Un viaje secreto del presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, a México, el pasado lunes, ha hecho posible que el presidente mexicano, Miguel de la Madrid, se vuelva atrás de su decisión de declarar que no podía continuar pagando la deuda.

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El acuerdo, que podría concretarse en los; próximos días, se materializará en una inyección de unos 6.000 millones de dólares a México, con aportaciones del FMI, el Banco Mundial, la banca comercial estadounidense y el Club de París. Estados Unidos, según fuentes del FMI, aportaría un crédito puente para que México pueda pagar los intereses de la deuda (el 1 de julio vencen 1.800 rnillones de dólares). La Administración de Reagan, convencida de que las presiones políticas internas provenientes de la izquierda y de la derecha nacionalista habían logrado que De la Madrid se dispusiera a anunciar estasemana que México no podía continuar pagando los intereses de la deuda, ha dedicido actuar para evitar una decisión que supondría un duro golpe para el sistema financiero internacional y, en especial, para la gran banca de este país.De los 98.000 millones de deuda externa de México, 74.000 los debe a los bancos comerciales, y una tercera parte de esa cantidad a bancos estadounidenses (el Citicorp tiene créditos comprometidos con el país azteca por valor de 2.800 millones de dólares, y el Bank of America, 2.700 millones). Estados Unidos hadecidido que la crisis financiera de México no puede continuar recibiendo únicamente un tratamiento financiero, sino que es esencialmente un problema político, con la capacidad potencial de desestabilizar al vecino del sur de río Grande, que es el tercer socio comercial de este país y con el que comparte más de 2.000 kilómetros de frontera. Washington teme también el peligroso precedente para Brasil, Argentina o Venezuela, países con una deuda externa muy fuerte, de una declaración mexicana de insolvencia.

Acuerdo de principio

Reagan envió a Volcker a México para convencer a De la Madrid de que era necesario encontrar una alternativa. Tras la entrevista, fuentes del FMI dijeron aquí a EL PAÍS que, en principio, existe un acuerdo para desbloquear las negociaciones estancadas desde el pasado septiembre entre México y el FMI. Éste exigía al país centroamericano una reducción del 13% actual al 6% de su déficit público, en relación con el producto interior bruto. De la Madrid considera que ya no puede exigir más sacrificios a su pueblo, y que su situación política es insostenible. Sin un acuerdo con el FMI, la banca privada no está dispuesta a conceder más dinero a México. El problema de la reducción del déficit público exigido por el FMI se salvaría teniendo en cuenta el déficit operativo y no el global, que contabilizaría el interés real, pero no la parte relativa a la inflación, excluyendo el efecto inflacionista de los intereses de la deuda interna. De la Madrid se comprometerá a poner en práctica un prograrna muy duro de ajuste interno y liberalización económica, con nuevos reajustes del gasto público, cierre de empresas nacionales, apertura de mercados y endurecimiento de las políticas monetaria y crediticía para evitar la fuga de capitales, que, junto con la caída del 50% del precio del petróleo, ha puesto al país al borde de la quiebra. Incluso podría resultar afectada la reforma agraria, uno de los logros sacralizados de la revolución mejicana.El acuerdo con México incluiría unos 1.000 millones de dólares de préstamos del FMI, 1.000 millones del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, entre 2.500 y 2.700 millones procedentes; de la banca norteamericana y de otros países industrializados, 1.200 millones conseguidos gracias al reescalonamiento de la deuda contraída con EE UU y otros países, y unos 600 millones de dólares en créditos agrícolas norteamericanos.

Portavoces de la banca norteamericana se mostraron ayer muy cautos a la hora de comentar esta posible solución, insistiendo en que no darán más dinero sin un acuerdo entre México y el Fondo Monetario Internacional.

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