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Los hindúes huyen del terror sij

El éxodo se dirige a Himachal Pradesh

Hasta 5.000 familias hindúes pueden haber abandonado ya sus casas y propiedades en el Estado indio de Punjab, fronterizo con Pakistán, huyendo del terrorismo sij, que se ha cobrado en las últimas semanas más de un centenar de vidas. El éxodo, que se dirige a los Estados -vecinos de Haryana e Himachal Pradesh, y al que el Gobierno de Rajiv Gandhi intenta poner sordina, despierta los peores temores de violencia confesional registrados en la India desde la independencia.

En Nueva Delhi se evoca abiertamente la posibilidad de que el ejército sea llamado al Punjab. Si así fuera, el remedio podría ser peor que la enfermedad.El segundo aniversario del asalto por las tropas de Indira Gandhi contra el Templo Dorado, santuario de los. sijs en la ciudad de Amritsar, ha sido conmemorado la pasada semana por los extremistas sijs con un baño de sangre en su capital religiosa, del que han sido víctimas decenas de hindúes.

Los acontecimientos están desbordando al jefe del Gobierno del Estado, el líder sij moderado Surjit Singh Barnala. Su partido, el conservador Akali Dal, se ha escindido ya y una fracción militante quiere ir mucho más allá de los paños calientes que Barnala sugiere como remedio a la caótica situación. La cabeza de Barnala y la del primer ministro indio se: han pedido a voces en las multitudinarias y violentas manifestaciones sijs de los últimos días.

Fuerzas de seguridad fronterizas, un cuerpo mucho más próximo al ejército que a la policía, han sido ya desplegadas en el este de Punj ab. El Estado, con 1,8 millones de habitantes, de los que el 60% es de credo, sij y el resto hindú, es el bastión de los independentistas sijs que buscan la implantación de un Estado propio, el Jalistán.

Las matanzas cotidianas y el enfebrecido clima sectario que se vive en la franja oriental de Punjab, donde el terrorismo hace más estragos, ha sido el pistoletazo de salida del éxodo hindú. Pero para añadir leña al fuego se está produciendo el fenómeno inverso de numerosos sijs que llegan desde áreas remotas a establecerse en las zonas abandonadas. Tierras y viviendas conocen un boom económico y se da por descontado que esta emigración favorece los planes de los independentistas.

Los que se marchan se van con lo puesto. Carteles y pintadas en varias ciudades próximas a Arnritsar advierten que en un mes los hindúes deben haber abandonado la zona. De lo contrario, serán asesinados o quemadas sus casas. Similares amenazas surgen para mujeres y niños, firmadas por organizaciones tan poco tranquilizadoras como los denominados batallones de las fuerzas comando de Jalistán. La intimidación oscila entre la advertencia directa o el asalto para conseguir dinero. Hay una auténtica organización dedicada a arrebatar las rupias a los adolescentes estudiantes hindúes de lugares como Amritsar o Jalandar.

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