Los psiquiatras españoles son partidarios de que el juez autorice, pero no ordene, el internamiento del paciente
Los profesionales comprometidos con la llamada psiquiatría comunitaria, integrados en el Reseau Internacional (red europea que aglutina a la vanguardia progresista), debaten en Sevilla esta semana sus últimas experiencias. La controversia sobre quién puede internar al paciente presuntamente incapaz, pero que no desea ser recluido, enfrentó el jueves a los profesionales. Aunque un sector consideró "ideal y privada" la situación española en la que la ley exige la autorización del juez para proceder al internamiento, el doctor del hospital Psiquiátrico de Madrid, afirmó que "hay jueces que más que autorizar ordenan inexcusablemente el internamiento del paciente".
La resurrección de la vieja cuestión de quién interna al loco avivó la controversia. "Está claro que los psiquiatras curan, no internan", afirmó el prestigioso psiquiatra italiano Agostino Pirella, moderador de la mesa. Una opinión compartida por la mayoría del colectivo. "Pero es cierto que en ocasiones es necesario internarlos. En ese caso, ¿quién garantiza los derechos del paciente?". Una ponente, Teresa Capilla, consideró suficiente el artículo 211 del Código Civil para garantizar los derechos constitucionales del paciente, y rechazó una nueva ley que "volviera a llevar a situaciones pasadas". "No es que nos guste el artículo 211, sino que es preferible a una nueva ley", añadió la psiquiatra Alicia Roig en el debate posterior.
Pedro Martínez, fiscal de Barcelona, y Serafín García, miembro de la Unión Progresista de Fiscales, estimaron innecesario reglamentar aún más el internamiento involuntario. "La legislación es buena, pero se está aplicando mal en algunos lugares, especialmente en las grandes ciudades". En opinión de ambos fiscales, las quejas del doctor Otero, que ofreció testimonios escritos en los que algún juez ordenaba y exigía el inmediato internamiento del paciente, no podían generalizarse.
"Planteamiento regresivo"
"En las pequeñas ciudades, en las que el juez se encuentra más a mano, no surgen problemas". "En el fondo, en esta crítica que se nos hace hay un planteamiento regresivo", declaró Pedro Martínez. "Lo que se está pidiendo es que le dejen hacer y decidir al psiquiatra. Que el juez ampare al psiquiatra y no al paciente". No obstante, reconoció que puede que haya colegas que se extralimiten en sus funciones.
Un enfermo psiquiátrico, Manuel Wamba, intervino en el cóloquio final para denunciar a siete psiquiatras -entre ellos su padre- por haberle suministrado durante seis años "venenos neurológicos" y haberle sometido a "detenciones involuntarias y torturas". El paciente, que ha pasado por los hospitales Policlínico, Castillejo, Miraflores y San Lázaro, de Sevilla, entre otros, anunció, en un tono de evidente nerviosismo, que pensaba presentar una querella criminal contra los médicos. Algunos asistentes aplaudieron su intervención.
Las alusiones a la situación española se iniciaron el día de la apertura. González de Chávez afirmó que la reforma psiquiátrica había pasado a un segundo término, a excepción de en Andalucía, Albacete, Valladolid y Asturias, y resaltó la falta de interrelación entre los centros de salud, los de las comunidades y los hospitales generales, y denunció que en estos últimos, apenas se han creado unidadespsiquiátricas.
La informalidad y la vitalidad animan este congreso, en el que abundan las mujeres y el aspecto joven, aunque algunos de estos profesionales ya hayan cumplido los 40 años y su discurso innovador ya no suene tan nuevo. El debate del viernes, centrado en la crítica al modelo médico-psicológico, fue un nuevo pretexto para apoyar no sólo un rechazo frontal al manicomio, sino la reivindicación de un nuevo modelo de asistencia que tenga más que ver con la calidad de vida que con la tecnología. "Nadie ataca a la psiquiatría biológica o psicológica, lo que se rechaza es que sólo se defienda esa parcela", opinó la moderadora, Alicia Roig, al admitir que la crítica al modelo tradicional no había sido suficientemente demoledora. "Lo que interesa es cómo ayudar de verdad a la gente y cómo desea ser tratada. ¿Cuál es la solución? Yo no tengo la panacea, pero, sin llegar al maniqueísmo, no creo que la medicina farmacológica lo sea", resumió Alicia Roig.
El psiquiatra británico Alec Jermer, director de la clínica universitaria de Sheffield y conocido especialista en medicina biológica, se distanció ostensiblemente de este enfoque en su intervención.
El filósofo francés Félix Guattari abordó en su ponencia las relaciones entre la psiquiatría y el poder a lo largo de la historia, para sintetizar tres comportamientos: la concepción carcelaria (propia de los años cuarenta y cercana a las sociedades que identifican psiquiatría con higiene), la concepción psicologizante y el modelo autorreferencial, tal vez el más frágil, pero el que permite "que los colectivos tomen coficiencia de cuál es su enfermedad".
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