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REVELACIONES SOBRE LA MATANZA DE BOGOTÁ

Balas militares dieron muerte a varios jueces en el asalto al Palacio de Justicia

Un cuarto de baño forrado de mármol fue la tumba de los magistrados colombianos caídos a manos del Ejército

Antonio Caño

ANTONIO CAÑO ENVIADO ESPECIAL, Algunos de los magistrados y auxiliares víctimas del asalto al Palacio de Justicia de Bogotá, los pasados días 6 y 7 de noviembre, sólo pudieron morir por disparos del Ejército. No hay pruebas ni testigos de que los guerrilleros mataran al presidente del Tribunal Supremo, tal como se dijo en un principio. Los cadáveres de dos de los tres comandantes del M-19 que dirigieron la toma del palacio nunca han sido encontrados. Once personas, sin relación con la guerrilla, que se encontraban por distintas razones en el interior del palacio, han sido dadas por desaparecidas. Algunas personas a las que se vio salir con vida del palacio aparecieron después muertas. A estas conclusiones llegan algunos investigadores, testigos de la tragedia, familiares de desaparecidos y otras personas vinculadas al suceso con los que ha hablado este enviado especial. La mayoría de ellas pidieron no ser identificadas.

El procurador general, Carlos Jiménez,Gómez, prepara actualmente un informe sobre las muchas incógnitas de este episodio, en el que se incluyen serias responsabilidades de las fuerzas armadas por las dimensiones de la tragedia, que costó la vida, según cifras oficiales, a 95 personas. Otro informe elaborado por una comisión investigadora especial debe ser presentado al Gobierno esta semana.Esta comisión dispone de un estudio muy detallado -realizado por un grupo de expertos, por orden de un juzgado de Bogotá- de lo que ocurrió en uno de los puntos negros del palacio durante la ocupación guerrillera y el asalto posterior de miembros del Ejército y la policía: el baño del ala noroccidental del edificio, en la entreplanta de los pisos segundo y tercero. En ese lugar estuvieron encerrados los 70 rehenes y cayeron seis de los 17 magistrados y auxiliares muertos.

Comienza el asalto

En la madrugada del día 7, después de un Consejo de Ministros presidido por Belisario Betancur, el Ejército, en combinación con fuerzas especiales de la policía entrenadas Por los GEO españoles, inició el asalto final del palacio, desechando toda alternativa de negociación.

Un carro de combate derribó la puerta principal del palacio, en la plaza de Bolívar, y disparó varios cohetes contra las posiciones de los 35 guerrilleros que intentaban hacerse fuertes en un edificio para cuyo control se requiere el triple de hombres. En ese momento, un comando de media docena de guerrilleros, a las órdenes del número dos de la operación, Andrés Almarales, introdujo a los rehenes en el baño citado.

Durante unas 12 horas estuvieron amontonadas 70 personas en un cuarto de 15 metros cuadrados. En cada retrete entraron 10 personas, y el resto permaneció en el espacio comprendido entre las puertas de los retretes y la fila de lavabos. Los guerrilleros permanecieron en un extremo del cuarto, junto a la puerta. Los rehenes tuvieron que hacer todas sus necesidades sin moverse del puesto que ocupaban, ya que, inmediatamente después de que entraron allí, el Ejército ocupó los pisos segundo y tercero y las escaleras que los unen.

En el cuarto de baño

El baño se había convertido en teoría en un lugar inexpugnable, si no se quería causar víctimas inocentes.

Desde una habitación contigua, que se utilizaba como biblioteca, los soldados dispararon contra el muro del baño con intención de abrir boquetes por los que disparar o introducirse. Toda la pared del cuarto estaba recubierta de mármol, y los soldados eligieron los puntos más sensibles.

En primer lugar, derribaron un toallero metálico de más de un metro de altura que se encontraba clavado a la pared, justo al final de la fila de lavabos. Al caer el toallero quedó al descubierto una parte de la pared sin mármol, en la que rápidamente los soldados abrieron dos agujeros. Los guerrilleros dispararon inmediatamente contra ese punto y causaron así la muerte de Luis García, un empleado del palacio.

Sin embargo, desde esos dos huecos los soldados no disponían de ángulo suficiente para disparar con efectividad al interior del baño. Abrieron, por tanto, otro boquete en el lugar en el que estaba colocada la llave de paso, debajo de los lavabos, al otro extremo del cuarto. Los investigadores han determinado que por los disparos procedentes de ese punto murieron las magistradas auxiliares Aura Navarrete y Luz Estela Bernal Marín. Ha sido imposible establecer el número total de muertos en esas circunstancias, pero los supervivientes han relatado que otras personas no identificadas murieron allí en la lluvia de disparos que se produjo en algunos momentos.

Todos los cadáveres del palacio fueron trasladados por los militares a un punto central del edificio antes de que nadie pudiera verificar el lugar exacto en el que se produjo la muerte, por lo que ha resultado muy difícil, y en algunos casos imposible, explicar la forma en que muchas personas perdieron la vida.

Cuatro jueces acribillados

Antes del ataque desde la biblioteca, algunos magistrados fueron autorizados a salir del bailo por razones que no ha sido posible aclarar hasta el momento. Algunos medios de Prensa sostienen que los jueces fueron enviados por los guerrilleros para negociar. A la puerta del baño, en el descansillo que separa los pisos segundo y tercero, cayeron muertos los magistrados Horacio Montoya Gil, Carlos Horacio Urán, Manuel Gaona Cruz y Lisandro Romero. Junto a ellos salieron los jueces Salom y Humberto Murcia, que consiguieron salvar la vida, al parecer, arrastrándose por las escaleras hacia el segundo piso.

Los cuatro muertos en ese lugar lo fueron por disparos hechos de frente y a una distancia no superior a un metro, presumiblemente procedentes del tercer piso, que estaba ocupado por el Ejército.

Uno de ellos, Horacio Montoya, murió por las heridas causadas por los trozos de metralla de una granada de fragmentación, que los soldados utilizaron abundantemente en otros puntos del palacio. El cadáver de Manuel Gaona presentaba seis disparos en el cuerpo. También la muerte de Urán y Romero ha sido fíjada por los investigadores en ese punto, aunque una persona ha declarado ante el juez que vio salir a Urán vivo del palacio. La esposa de Urán, sin embargo, ha afirmado,. después de ver un vídeo sobre todo lo ocurrido en la. puerta del edificio, que no reconoció a su marido entre las personas que salieron con vida.

Varios testimonios coinciden en haber visto salir con vida del palacio al chófer de la esposa del ministro de Gobierno, Jaime Castro, quien se encontraba en el interior en el momento del asalto. Por razones desconocidas, el conductor había perdido los pantalones y se vistió con un chándal que le dejaron los guerrilleros. Esta circunstancia pudo motivar que los militares lo confundiesen posteriormente con un miembro del M-19.

Según algunos testigos, el chófer fue conducido desde el palacio a la Casa del Florero, donde-

Balas miltares dieron muerte a varios jueces en el asalto al Palacio de Justicia

estaba situado el cuartel general de la operación de toma del palacio.La Casa del Florero, situada en una esquina de la plaza de Bolívar, frente al palacio, era a principios del siglo la residencia del español José María Llorente. Hoy es un símbolo de la historia de este país, porque a raíz de un suceso anecdótico relacionado con Llorente y su florero, se produjo el estallido que: terminó con la proclamación de: la independencia colombiana.

A la Casa del Florero fueron conducidas todas las personas que salían con vida del palacio, y en varias ocasiones se escucharon tiros procedentes de ese lugar. Varios testigos han relatado su interrogatorio en las salas del monumento.

El Ejército no quiso entregar en un principio el cadáver del chófer, y fue necesaria la intervención del propio ministro de Gobierno para que los familiares del conductor pudiesen enterrarlo en una fosa individual.

Cadáveres perdidos

Uno de los mayores interrogantes de esta tragedia es qué pasó con el jefe del M-19 que dirigió la operación, Luis Otero, y con el presidente del Tribunal Supremo, Alfonso Reyes Echandía. El cadáver del primero nunca fue encontrado, y el del segundo no pudo ser reconocido por los forenses, porque se trataba simplemente de un tronco carbonizado, sin cabeza ni extremidades. Oficialmente se ha dicho que fue identificado porque se le encontró su documentación.

Otero y Reyes se encontraban juntos en el cuarto piso del edificio poco antes del final del asalto, como se ha podido comprobar gracias a una llamada de radio en la que el primero pasó la comunicación al segundo. Las personas que al principio declararon haber visto cómo Otero disparaba a bocajarro contra Reyes, lo han desmentido después.

Tampoco se sabe nada sobre la suerte de-Alfonso Jacquin, el número tres del comando guerillero. Sólo se ha visto el cadáver de Andrés Almarales, que murió de un tiro en la sien, tal como se comprueba en una fotografía a la que ha tenido acceso este diario. Otra guerrillera, Irma Pineda Franco, fue identificada por algunas personas cuando salía con vida del palacio.

Las autoridades militares han establecido un muro de silencio en torno a todo lo relacionado con el Palacio de Justicia, e incluso han amenazado a varias personas que hicieron declaraciones sobre lo sucedido. Uno de los magistrados supervivientes, Reynaldo Arciniegas, confesó a una cadena de radio de Bogotá que no podía declarar porque altos jefes militares le habían advertido que no lo hiciese. .

El caso del Palacio de Justicia sigue de actualidad en Colombia. Sobre la fosa común en la que fueron enterrados muchos de los muertos se sepultó después, ocho días más tarde, a decenas de víctimas de la catástrofe del Nevado del Ruiz, pero en. la memoria de mucha gente un recuerdo no ha desplazado al otro.

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