Mravinski y Bruckner faltaron a la cita
No hubo séptima de Bruckner en el segundo concierto de: la Filarmónica de Leningrado, celebrado en el Teatro Real el martes día 27. Ni, lo que es peor todavía, apareció el viejo león de la dirección soviética, Eugeni Mraviriski, quien, con sus 83 años a la espalda, continúa en activo.Repetimos, pues, al seguro y burocrático Maris Jansons; en un programa popconcert: Sinfonía del Nuevo Mundo, suite de La bella durmiente y Capricho italiano, que, por cierto, tiene mucho más de lo primero que de lo segundo. Para unas obras como éstas no basta la experiencia que impone cierto. orden, como la que posee Jansons; es necesario decir algo, estar mínimamente tocado por unos gramos, al menos, de gracia. No es el caso de Jansons, un herr profesor que, de todas maneras, queda muy por debajo de la orquesta.
Ciclo de Grandes Orquestas
Filarmónica de Leningrado. Director: A. Jansons. Obras de Dvorak y Chaikovski. Teatro Real. Madrid, 27 de mayo.
Todos supusimos que La bella durmiente o el Capricho en manos de los músicos leningradenses iba a significar algo así como La boda de Luis Alonso cuando la zarandean por el mundo nuestras formaciones sinfónicas. No fue así; se nos sirvieron notas y más notas, pero, cual demandaba a cierto discípulo el compositor Paul Dukas, habría que demandar: "¿Dónde está la música? ¡Tráigamela usted, que esto no son más que notas!".
Bien que las notas de la gran orquesta soviética suenan con nobleza y el canto de sus arcos es, por sí mismo, atractivo hasta matar cualquier indiferencia. De todos modos, la decepción entre lo esperado y lo tenido se hizo presente, y los aplausos y bravos, con ser significativos, no alcanzaron el calor que la Filarmónica merece como formidable instrumento que es: su virtuosismo es tan alto como su capacidad de comunicación. Creo que todos ovacionamos esas cualidades mucho antes que las versiones expuestas por Jansons.
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