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Tres exposiciones para un centro de arte abierto al futuro

Con tres exposiciones de contenido, planteamiento y calidad dispares, pero en todo caso a través de cuya diversidad parece querer indicarse una voluntad interdisciplinar, se abre hoy al público el Centro de Arte Reina Sofía. Las tituladas Referencias. Un encuentro artístico en el tiempo y Procesos. Aportaciones artísticas y culturales de las nuevas tecnologías son, cada una en su genero, excelentes muestras.

La tercera muestra, Espacios para la cultura. Intervenciones y proyectos, que recoge la documentación gráfica no sólo del proceso de restauración del propio antiguo hospital Provincial, ahora reconvertido en Centro Reina Sofía, sino también de otros casos similares, podría quizá haberle, sido si todo este interesante material hubiera sido exhibido con normalidad, en vez de haber servido como embalaje de lujo a una extravagante pieza de arte literalmente pobre, por llamar de alguna manera al conjunto de tiestos metálicos hábilmente dispuestos para hacer tropezar a quien no esté entrenado en la práctica del pídola, neones repartidos por el suelo para iluminar seguramente la calidad del acabado de las patas de las mesas y, en unos geniales tableros de hierro, cuya, inequívoca similitud con mesas de tortura se refuerza con profusión de herramientas de engatillaje que servirán a los espectadores masoquistas que se aburran para entretenerse pillándose los dedos.Un montaje profesionalmente serio es el de Referencias. Un encuentro artístico en el tiempo, pero mucho más serio es aún su contenido, consistente en una magnífica combinación, muy en sintonía con la estética actual, de seis artistas de primera fila internacional, tres de los cuales son españoles -Tápies, Chillida y Saura- y los otros tres extranjeros -los norteamericanos Twombly y Serra y el alemán Baselitz-. Al interés que en sí misma posee una muestra antológica de estas características, gracias a la cual nos es dado contemplar una fecunda confrontación o contraste dialécticos de seis lenguajes elegidos entre los más personales y vigorosos del panorama artístico de hoy, se añade en nuestro país una dimensión testimonial de naturaleza emblemática: el establecimiento de una conjugación armónica entre democracia, arte moderno y espíritu cosmopolita.

De todas formas, como esto último se podía haber puesto de manifiesto de otras mil maneras diferentes, lo que aquí importa reseñar es la extraordinaria calidad no sólo de las figuras elegidas, sino, sobre todo, de la selección de obras con las que están representadas. El visitante se siente sobrecogido, nada más penetrar en la primera planta, con las dos salas ocupadas respectivamente por Richard Serra y Eduardo Chillida, el primero de los cuales ha instalado una de sus más hermosas piezas -Guernica / Bengasi-, mientras que el segundo ha dispuesto un selecto conjunto de sus esculturas últimas más representativas, dando lugar a una bastante completa exposición individual.

En las salas del sótano cuelgan sus cuadros los pintores, cada uno de los cuales posee varios espacios. Hay que decir que se trata de cuatro monográficas soberbias, principalmente en lo que se refiere a Tápies, Saura y Baselitz, dada la impresionante calidad y belleza de las obras que aquí les representan, elegidas sin duda entre las mejores de su muy acreditada producción. El lírico y refinado Twombly, que no ha hecho nunca ninguna obra que no sea emocionante, también tiene cuadros de indudable hermosura, pero no cabe duda, sin embargo, que comparativamente es el peor representado.

Sin discusión, Referencias es una muestra de ejemplar belleza e interés que enorgullecería a cualquiera de los mejores centros internacionales de promoción de arte contemporáneo; pero tratándose de una instalación en el recién estrenado Reina Sofía, tiene, además, la virtud complementaria de significarse como radiante ejemplo de la idoneidad de este espacio recuperado para servir de ámbito al complejo arte de nuestra época.

Por último, Procesos. Cultura y nuevas tecnologías es una muestra didáctica en la que, mediante un despliegue estructurado en tomo a los conceptos de Memoria, Comunicación y Creación, se hace un repaso completo y sistemático de las posibilidades artísticas provistas por la infraestructura científico-técnica de la industria cibernética más en punta de hoy día. La colección de aparatos y máquinas reunida es sorprendente y capaz de instruir al espectador en las técnicas más sofisticadas, instrucción que es tanto más eficaz cuanto se permite al público ver funcionar y manejar él mismo muchos de los aparatos.

Es obvio que, sea cual sea la formación e inquietudes del visitante, este espectáculo ha de resultarle fascinante. En este último sentido, considero un acierto por parte de los encargados de la muestra que hayan sabido plantearla como una suerte de mágica sucesión de lámparas maravillosas de Aladino.

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