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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El toque, el baile, el cante

Comenzaron las Noches Flamencas en el Círculo de Bellas Artes, y este año van por su tercera edición. Mi comentario corresponde a las dos primeras sesiones, una de baile y toque y otra de cante, que fueron de calidad.Carmen Cortés y Gerardo Núñez hicieron un programa muy completo y atractivo, demostrativo de la plenitud creadora en que se encuentran estos dos artistas pese a su juventud.

Gerardo, en concierto, hizo cuatro composiciones suyas que revelan un afán constante de superar etapas, huyendo del confort y la rutina de lo ya conseguido. Porque sabemos que en los géneros a compás -soleares, bulerías- Gerardo es un formidable intérprete, y lo demostró una vez más en el Círculo. Pero se va a los toques libres, de tanta dificultad como la granaína y la rondeña, y obtiene una intensidad de lo jondo verdaderamente admirable. En especial, su toque por rondeñas fue de una belleza fascinante, una de esas creaciones en que la guitarra, flamenca adquiere los sonidos más sentidos que uno puede imaginar.

Noches flamencas 1986

Toque: Gerardo Núñez. Baile: Carmen Cortés, con Zahíra al cante, Mario Cortés a la guitarra, Jaime Muela a la flauta, Antonio Carmona a la percusión y violonchelo. Cante: Manuel Palacín, Manuel El Flecha y Gabriel Moreno. Toque: Luis Pastor y Carlos Pardo. Madrid, Círculo de Bellas Artes, 17 y 18 de mayo.

'Bailaora' larga

Carmen Cortés hizo también un recital muy completo, con cuatro bailes de distintos géneros que bastan para calificar a una bailaora larga, de amplios registros, a quien será difícil encasillar en unos determinados palos, como ocurre con tantas otras. Por siguiriyas y por soleares-bulerías, que son los géneros más frecuentados por ella, estuvo en su línea habitual de riqueza expresiva, soluciones personalísimas, huida de lo trillado y mimético.De los tangos hizo una creación sorprendente, llena de gracia, de armonía, en que los brazos compusieron un fuego est ético de belleza increíble. Y a los tarantos les dio esa intensidad de los géneros levantinos, que cuando son bailados ganan en profundidad. Noche triunfal, pues, para estos dos artistas, que contaron para ello con la eficaz colaboración de sus acompañantes, aunque el cante quizá no fuera en todo momento el idóneo para su baile.

En la segunda sesión brilló el cante, especialmente en ese sabio de lo jondo que se llama Gabriel Moreno. Hizo un recital largo, en el que brilló su voz de registros dulcísimos, capaz de matizar hasta lo inimaginable. Hizo un recorrido del cante por soleá de una generosidad apabullante. Hizo malagueñas con la bellísima y rara de Baldomero Pacheco. Hizo siguiriyas de Triana, del Loco Mateo y la Cabal de Silverio. Hizo tientos, fandangos, tarantas, bulerías... Lo hizo casi. todo y casi todo muy bien. Hay quien reprocha a Moreno que no hace algunos estilos como son, pero el mismo . cantaor advierte que se toma la licencia de introducir alguna diferencia de matiz para adaptarlos mejor a su modo de cantar, lo que me parece perfectamente lícito. Carlos Pardo, a la guitarra, le acompañó de manera medida y ejemplar.

Antes habían cantado Manuel Palacín y Manuel El Flecha Palacín, echando toda la carne en el grito, con pasión, sacando en cada tercio la íntima tragedia del cantaor que cree en lo que hace; cantó francamente bien, y hay que agradecerle que se saliera del sota-caballorey habituales hasta el abuso haciendo un precioso cante de trilla; hay que seguir haciendo estos géneros hoy casi olvidados, porque de lo contrario seguirá empobreciéndose el árbol de los cantes. El Flecha, más equilibrado, más sobrio, cantó con solvencia la malagueña del Mellizo, por soleares, por siguiriyas y por alegrías, dejando constancia del saber y el legado de esa dinastía flamenca de los Flecha-Chaqueta. A Palacín y El Flecha les puso el toque Luis Pastor, un guitarrista de los que ya no se llevan, una verdadera maravilla de musicalidad, delicadeza, entrañamiento con lo jondo. Escuchar el toque de Luis Pastor puede lastimar tanto como la queja del cantaor.

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