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200 personas asistieron en Santiago a un semanario sobre la actualidad de Aristóteles

Más de 200 personas asistieron, durante la pasada semana en Santiago de Compostela, a un seminario especial sobre Aristóteles, organizado por la facultad de Filosofia de la ciudad gallega. Entre los asistentes estaban especialistas nacionales y extranjeros como Pierre Aubenque, Tomás Calvo, Víctor Gómez Pin y Felipe Martínez Marzoa. El seminario, se dividió en lecciones, conferencias, lecturas y unaa mesa redonda final, prácticamente todas ellas centradas en la ontología aristotélica.

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'Questiones disputandae'

Aristóteles es el primer filósofo que afirma el derecho a la diferencia, explicó el especialista en el filosofo griego Pierre Aubenque, en la primera de las lecciones impartidas en el Seminario sobre la obra de Aristóteles, celebrado la pasada semana en Santiago de Compostela. Aubenque, profesor en la Sorbona y catedrático de Ontología en San Sebastián, analizó los conceptos de unidad y diferencia en la obra del estagirita, sin ahorrar alusiones a nuestro tiempo. Así, al referirse¡ a la diferencia, Aubenque aludió a la filosofía de algunos autores contemporáneos como Gilles Deleuze o Jacques Derrida, de quienes dijo que eran la sofistica contemporánea.El término sofista no debe ser entendido en sentido peyorativo. Tal como explicitó Aubenque, los sofistas son los que ponen el acento en la diferencia mientras que Aristóteles, aun reconociendo la existencia de las diferencias, se esfuerza en encontrar un principio general explicativo de la unidad. Aubenque hizo especial mención de la expresión acuñada por Derrida, différance, escrita así, para mostrar que implica una distinción espacio-temporal. "Hablé de ello con Heidegger", explicó, "y no conseguimos encontrar una traducción alemana al término francés, que tiene, como en castellano, un doble sentido: el de desigualdad y el de diferir en el tiempo".

La ciencia

Aristóteles elabora un esquema categorial que permite organizar y comprender la diferencia, en ambos sentidos, sobre la base de la unidad. La ciencia, dijo Aubenque, trata de lo general, pero lo real es lo singular. Los géneros y los especies, clasificaciones propias de las diversas ciencias, permiten una identificación general de lo que hay, mientras que los individuos son "imprevisibles y están abiertos a la irracionalidad de lo accidental". El esfuerzo de categorización de Aristóteles se presenta como un intento de reducir la diferencia a un principio inteligible. En su obra hay una prioridad ontológica de la diferencia y una prioridad epistemológica de la identidad."Ser" es un verbo cuya flinción, desde una perspectiva gramatical, es la de una cópula. Permite la atribución de un predicado a un sujeto. El problema deriva de la posibilidad de predicar conceptos diferentes e incluso contradictorios de un mismo sujeto. Según la sofistica, todos ellos serían verdaderos, de forma que el cambio de un predicado a otro -"Sócrates está enfermo" y "Sócrates no está enfermo", por ejemplo- reflejaría una transformación del sujeto mismo, abriendo un abismo a la comprensión racional del mundo. Este abismo intenta salvarlo Aristóteles a través de la distinción entre predicados esenciales, o necesarios para que el sujeto sea lo que es, y los meramente accidentales.

Esta diferencia fue analizada por el profesor de la universidad de Granada Tomás Calvo, a partir del uso del principio de no contradicción, que establece que dos predicados contradictorios no pueden ser verdaderos a un tiempo. Esto supone, en su opinión, la identidad continuada del sujeto del que se predica y, también, especialmente, contra la sofistica, la existencia de proposiciones falsas. El principio de no contradicción puede referirse a la realidad, según afirme algo de las cosas, o al lenguaje, según afirme algo sobre el discurso sobre las cosas. Ahora bien, la mera utilización del lenguaje exige la aceptación del principio.

Para Víctor Gómez Pin, profesor de la universidad de San Sebastián, el principio de no contradicción es el principio más firme y está supuesto en los silogismos y en la matemática de Aristóteles. Gómez Pin realizó en su lección el análisis de una categoría específica: la cantidad, y aun dentro de ésta, del problema que supone para las matemáticas la exclusión aristotélica de la noción de infinito en acto -el infinito potencial, es decir, la tendencia a infinito, sin la afirmación de que éste se de en acto, es decir, realmente, no presenta problema alguno-. Según Gómez Pin, Aristóteles excluye el infinito en acto porque afirma que no es necesario para los propios matemáticos, sin embargo, el caso se halla en Euclides, al definir el ángulo que resulta en la intersección de una circunferencia con su tangente. Este ángulo mixto, formado por una recta y una curva, sería tal que no podría haber ningún ángulo agudo menor comprendido entre la tangente y el diámetro perpendicular a la misma. Se trata de un caso, abandonado posteriormente por la matemática, de lo ínfinitamente pequeño, es decir, un infinito en acto.

La última ponencia fue la de Martínez Marzoa, quien trazó la evolución del verbo ser en el griego hasta Aristóteles, para mostrar la raíz lingüística de la ontología. Martínez Marzoa afirmó que el surgimiento de la filosofía se produce en el período que va de Anaximandro a Aristóteles y que cualquier filosofía posterior es un diálogo con la realizada entonces.

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