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Reflexiones sobre la catástrofe de Chernobil

Durante la semana siguiente al desastre ocurrido en la central nuclear soviética de Chernobil, la Prensa occidental se precipitó a emitir juicios. Las cifras soviéticas sobre las escasas víctimas mortales fueron ridiculizadas; el daño causado a la economía soviética se supuso enorme. Se dijo que las limitadas informaciones proporcionadas por los rusos no eran más que una muestra de que la tan anunciada política de mayor apertura anunciada por Gorbachov no era más que un fraude.Ahora aumenta por momentos la certeza de que la versión soviética de los sucesos acaecidos en Chernobil se aproxima más a la verdad que las versiones emitidas desde Occidente. Nos suele gustar resaltar los fallos que detectamos en el sistema soviético. Quizá nuestra experiencia con Chernobil nos haga investigar más de cerca la realidad de las cosas.

Hace algunos años la Prensa occidental se dedicó a publicar una serie de reportajes sobre la carencia de carne en los establecimientos soviéticos. Aquellas crónicas nunca destacaron que el consumo de carne per cápita en la Unión Soviética estaba al mismo nivel que en el Reino Unido; que los ciudadanos soviéticos hacen su comida fuerte al mediodía y que las cafeterías siempre ofrecieron a esta hora platos de carne a bajo precio. ¿Y en cuántas ocasiones se ha publicado que el consumo de carne se ha incrementado rápidamente en los últimos cuatro años y que la carne está de nuevo en las tiendas?

Otro ejemplo extraído también de hace unos cuantos años es la publicación en la Prensa occidental de una serie de artículos sobre el incremento de la mortalidad infantil en la Unión Soviética. Ahora se ha sabido que ese incremento jamás existió.

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12 de mayo

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