Peres desmiente que Tel Aviv y Damasco se encuentren al borde de la guerra
"No tenemos intención de atacar a Siria y, en mi opinión, los sirios tampoco tienen previsto atacarnos mañana por la mañana", declaró ayer el primer ministro israelí, Simón Peres, en un esfuerzo evidente por apaciguar los espíritus y reducir la tensión entre Siria e Israel.Peres lamentó también las diversas tomas de posición, atribuidas a generales y otros altos oficiales israelíes, sobre la "inevitabilidad" de una guerra con Siria en un futuro más o menos próximo. "Este tipo de profecías son perjudiciales porque, a fuerza de repetirse, pueden llegar a hacerse realidad", añadió el premier israelí.
Además, los corresponsales militares han desmentido los rumores a propósito de una afluencia de fuerzas armadas de un lado y de otro de la línea de demarcación de los altos del Golán. "No hay movimiento de tropas sirias ni en la Bekaa libanesa, ni en el Golán. Tampoco del lado israelí", manifestaron fuentes militares en Tel Aviv.
Cabe preguntarse entonces por qué el 33% de los israelíes está convencido de que va a haber una guerra con Siria. Es cierto que existe una psicosis de guerra y que se manifiesta periódicamente en esta región del mundo. Pero esta vez hay además razones concretas.
Los israelíes están nerviosos porque la Unión Soviética acaba de entregar, de forma urgente, 80 nuevos aviones de combate Mig 29 a los sirios. Además, el inesperado viaje relámpago del presidente Hafez el Asad a Amman hace recordar preparativos de guerras anteriores. Según los servicios de espionaje israelíes, el presidente sirio podría haber solicitado al rey Hussein que le asegurara la defensa del "flanco sur del Ejército sirio" en caso de guerra.
Por parte israelí, se estima que el nerviosismo sirio está provocado por el temor a un reparto de trabajo entre Estados Unidos e Israel, según el cual los norteamericanos se encargarían de Libia y el Ejército israelí (Tsahal) de Siria. Este temor a represalias ejecutadas por Israel, con la bendición y el apoyo diplomático de Estados Unidos, ha crecido tras las revelaciones sobre la presunta complicidad siria en la preparación del atentado fallido contra un avión de El Al en el aeropuerto de Londres y en los dos atentados de Berlín Oeste.
Si a esto se añade el nuevo clima internacional creado por el ataque estadounidense contra Libia y las decisiones de los siete en Tokio, Siria -calificada por el presidente Ronald Reagan como "país anfitrión del terrorismo internacional"- teme lo peor.
Expertos israelíes consideran además que la degradación de la situación interna en Siria -grave crisis económica, atentados de los integristas, lucha por el poder desestabiliza el régimen y podría favorecer una aventura militar apoyada por rivales de Asad.
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