Tolerancia y juzgado de guardia
Están ustedes, los periodistas, en su derecho de protestar por la aplicación, de unas normas fiscales que grermalmente les perjudican. Lo que ya me parece más discutible es que la protesta adquiera tonos plañideros (léase el editorial de su periódico del día 27 de abril) tendentes a conseguir un trato de favor, imposible en lamisma medida en que, por no ser aplicable, termina por quedar en entredicho la racionalidad de la norma.En un desesperado intento por demostrar lo indemostrable se les ha ocurrido utilizar un caso con nombre y apellidos cuando se da la feliz circunstancia de que quien los lleva acaba de recibir un merecidísimo galardón, que anexa un buen pellizco monetario financiado con fondos públicos. La casuística nunca es expediente eficaz, pero en esta ocasión, además de tener el maloliente tufillo de lo demagógico, ha habido una elección torpe.
Y hoy vuelven a la carga. Esta vez con imágenes, por si es verdad el aserto de que valen más que mil palabras. No se cómo ireaccionará el ministerio competente en la materia, ese cuyo titular es blanco frecuente de las lanzadas de EL PAÍS. Democracia es tolerancia, y tal equivalencia es nuestra fortuna. Pero en una situación diferente el gráfico de Máximo podría desbordar los vagos límites de lapassada para penetrar en las competencias del juzgado de guardia.-
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