La odisea del emperador
El emperador de Japón es una portento de la resistencia histórica. Es el último jefe de Estado superviviente de la II Guerra Mundial. Hubo un tiempo en que los edictos en su nombre producían obediencia instantánea e incluso temblores de miedo en su vasto imperio colonial.Tras la guerra, Hirohito ha perdido poder y dificilmente podía ser un punto de cohesión para una nación próspera y cada vez más variada. Sin embargo, él sigue siendo un sírribolo de continuidad, un recuerdo viviente de un tumultuoso pasado. La semana que viene, Hirohito cumple 85 años, es una ocasión para que los japoneses reflexionen sobre los 60 años de reinado del emperador. Uno de los más largos en su historia.
Hirohito subió al Trono del Crisantemo en 1926, después de la muerte de su padre, el emperador Taisho. Llamó a su reino Showa -Paz Ilustrada- y prometió guiar a la nación hacia el "poder y la prosperidad" y fomentar las "relaciones amistosas con todos los países". Estas palabras, hoy, suenan ingenuas pero también extrañamente proféticas. Japón, había iniciado la senda de la conquista militar y, finalmente de la guerra total.
El papel de Hirohito en la toma de decisiones durante el período de guerra todavía se debate. Muchos creen que se convirtió en un instrumento de los generales que actuaban en su nombre, ellos reverenciaban el trono pero usaban su mística de la divinidad para sus propios fines.
Hirohito, estaba recluído en su palacio y se entregó al estudio de la biología marina, afición que le apasionó durante toda su vida. Pero dificilmente podía abstraerse de la guerra y sus brutalidades.
Incluso cuando Japón se transformó en una tierra de paz y prosperidad tras la guerra, Hirohito expresaría clara pero cautelosamente su pesar por "la más desafortunada guerra". ( ... ) Desde que Hirohito renunciara públicamente a su divinidad después de la guerra, el pueblo japonés pidió que la figura del emperador, tras siglos de reclusión, fuera más accesible.
Aunque Hirohito es esencialmente una persona tímida y no pública, se ha, adaptado a ellos. Al mismo tiempo, la perdurable institución de la monarquía ha dado a su pueblo una sensación de cohesión durante los vertiginosos años de crecimiento económico y de Ínquietantes transformaciones sociales.
A pesar delos profundos cambios que se han producido durante el reinado de Hirohito, la farnilia real está todavía cercada por siglos de viejas tradiciones. El abismo entre la ralidad computerizada del moderno Japón y la antigua institución del emperador ha conducido a una serie de planteamientos sobre la futura viabilidad de la monarquía. La mayoría de los japoneses miran todavía al benévolo emperador con respeto y simpatía.
Unos pocos todavía le adoran apasionadamente. Según un reciente sondeo de opinión, la mayor parte de los menores de 30 años se sienten cada vez menos unidos al emperador.
27 de abril
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