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'UN PURITANO DEL MAL'

Un volcán con nieve

Jean Genet apareció inesperadamente un día del año 1969 en el teatro Fígaro de Madrid, donde se representaba su obra Las criadas, dirigida por Víctor García. "Era un día de descanso de la compañía", relata Nuria Espert, "y había venido para cobrar el dinero de sus derechos de autor. Era un hombre muy solitario y de relaciones poco duraderas. Nos conocimos y al poco tiempo iniciamos una gran amistad. Él decidió quedarse varias semanas en Madrid en el hotel Puerta de Toledo. Después se fue y volvió varias veces mientras se representaba la obra"."Vivía siempre solo en hoteles modestísimos. Solía decir que se quedaba en un hotel sólo hasta que el recepcionista le sonreía para darle los buenos días. El día que esto sucedía cogía su maleta y se iba a otro hotel", continúa Nuria Espert. "Pero, a pesar de su actitud huraña y antisocial, era un gran conversador".

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"Podía permanecer silencioso mirando desde muy dentro de sí. Después hablaba mucho. Los temas políticos le apasionaban. Volvía sobre ellos una y otra vez. Hablamos mucho sobre el franquismo, que entonces le preocupaba y le hacía preguntarnos cómo se hacía para resistir tanto tiempo un régimen así". "Hablamos también sobre los libros que le gustaban y sobre todo hablamos de Samuel Beckett, a quien él admiraba profundamente. Para mí Beckett y Genet eran los dos mayores autores de teatro vivos. Mantuvimos una amistad, una verdadera amistad, durante cuatro o cinco años. Ha sido una persona de gran importancia para mí".

"¿Has visto a Jean?"

Las fotos nos revelan la imagen de un hambre desgarbado, oscuro, luminoso e inmóvil. Nuria Espert lo describe como un volcán con nieve alrededor. "Su presencia te daba una sensación de peligro permanente. Su apariencia tenía aspectos contradictorias. Tenía, por ejemplo, una piel sonrosada y suave como la de un bebé. Una piel lisa, no marcada por la edad, sin una sola arruga, Sus ojos eran de un azul profundo, como su mirada".

"Tenía apenas un par de trajes. Podía llevar continuamente, durante años, una cazadora maltratada, pero era muy delicado con todo lo que rozaba su piel, usaba pijamas de seda".

Después desapareció tan silenciosamente como había llegado. "Los que le conocimos le perdimos la pista. A veces, un poco celosos unos de otros, nos preguntábamos: "¿Has visto a Jean?". Nadie le había visto. Era muy pudoroso con todo lo relacionado con su vida personal y sus sentimientos. Tenía un humor amargo y sentimientos que expresaba a grandes entregas, con emociones cortas".

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