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Francisco Nieva, candidato por segunda vez a la Academia

"Las vanguardias tienden a volverse academias", comentó ayer el dramaturgo Francisco Nieva, de 58 años, creador del teatro furioso, al saber que por segunda vez es candidato a la Real Academia Española. El dramatugo se mostró ilusionado con la posibilidad de entrar en la institución, en la que pasaría a ocupar el sillón J, que dejó vacante al morir Antonio Tovar. Ante la presunta contradicción de ese deseo en quien se considera vanguardista, como él, Nieva señaló: "También hay encanto en la contradicción". Supuso que vanguardistas de su generación, como Fernando Arrabal, estarían encantados de ingresar en la casa.

Nieva ya fue propuesto a la Española en enero de 1982, junto con el catedrático de literatura Francisco García Pavón y el dramaturgo José López Rubio, que ganó la plaza y que no fue uno de los padrinos de Nieva, en contra de lo que se dijo entonces. Nieva había sido presentado por Carlos Bousoño y Antonio Tovar, cuya plaza, de ser elegido, ocupará ahora. En esta ocasión, la propuesta de Nieva ha sido hecha por los académicos Carlos Bousoño, Luis Rosales y Rafael Alvarado, según Efe.El plazo de presentación de candidaturas termina hoy. La elección se realizará en una sesión extraordinaria durante este mes de abril. Fuentes oficiales de la Academia se negaron ayer a proporcionar información sobre ésta u otras candidaturas por considerar que "los académicos se han de enterar en el pleno y no por los periódicos" . La institución mantiene en los últimos tiempos unos criterios informativos más bien rígidos. En la última elección, la de Francisco Rico, el secretario perpetuo, Alonso Zamora Vicente, informó del resultado a los periodistas mediante nota mecanografiada en vez de hacerlo de viva voz.

Una tendencia de la Academia a cierta renovación es bastante evidente, según dijo Nieva ayer, al recordar las recientes elecciones de Pere Gimferrer y Francisco Rico; es más, "estar en la Academia se está volviendo algo un poco snob, ya que todo el mundo parece querer entrar". Este fenómeno, según él, no ocurría por ejemplo a principios de siglo, con la generación del 98.

Aunque en plena actividad, es frecuente que Nieva hable de sí mismo en pasado, como si la suya fuese una obra ya cerrada. "La razón es que en los sesenta se definió mi estilo", explica. El dramaturgo es de los que hablan de esos años como de una década prodigiosa, en lo que todo era más radical e imaginativo. "También nosotros hemos evolucionado", dice.

Sin discípulos

Nieva es catedrático en la Escuela de Arte Dramático, donde ha enseñado a tiempo parcial desde hace años. "No tengo los discípulos que quisiera tener", dice, aunque ahora la situación comienza a cambiar. Tampoco tiene una inmensa vocación pedagógica y, si pudiera, se consagraría por entero a sus obras.Ha ganado y gana dinero con el teatro, "aunque no tanto como un Antonio Gala", dice como ejemplo. Considera que "la situación del hombre de letras en España sigue siendo terrible". No hace mucho publicó dos de sus obras más significativas, Coronada y el toro y La carroza de plomo candente. Trabajo reciente ha sido su decorado de El hotelito, de Gala, y prepara la escenografía de una obra sobre Salvator Rosa, un pintor napolitano, a estrenar en otoño. Ha terminado Poderoso cabricondo, una obra, anticipa, "en la línea de lo que podría haber sido el teatro de Lorca".

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