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La VI flota ataca de nuevo una base de misiles libia y alcanza otras dos patrulleras

Francisco G. Basterra

La batalla del golfo de Sidra, entre Estados Unidos y Libia, continuó ayer, por segundo día consecutivo, con nuevos enfrentamientos armados entre los dos países, que provocaron, según Washington, la pérdida de otras dos unidades de la Marina de Muammar el Gaddafi y un nuevo ataque norteamericano a la base de misiles SAM-5 de Sidra. Las contundentes respuestas de EE UU se produjeron sin que la VI Flota fuera atacada por misiles libios. El Pentágono desmintió su primera información de que la fuerza aeronaval había recibido el disparo de seis nuevos cohetes libios. El ataque no pudo ser confirmado.

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Malta pidió anoche una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar sobre la crisis. Mientras en el Mediterráneo reinaba la incertidumbre sobre el alcance del conflicto, que en Washington no se considera una guerra, sino un incidente grave pero limitado, un nuevo frente de crisis se abrió para la Administración de Ronald Reagan en Centroamérica. El presidente decidió ayer el envío urgente de 20 millones de dólares (2.850 millones de pesetas) de ayuda militar a Honduras para contrarrestar una supuesta incursión de 1.500 soldados sandinistas en territorio hondureño.En las primeras 48 horas del conflicto en el Mediterráneo, Libia ha disparado seis misiles -que no han alcanzado sus blancos- contra las fuerzas de EE UU, que asegura no haber sufrido bajas. La crisis comenzó cuando, a las 7.52 del lunes (hora de Washington), fue disparado un cohete SAM-5 contra los aviones norteamericanos. Casi siete horas después, Reagan decidió contraatacar, tras recibir otros cinco disparos. Desde entonces, Libia ha perdido tres patrulleras, una cuarta consiguió regresar, dañada, a puerto, y su base de cohetes SAM-5 de Sidra ha resultado gravemente afectada.

Durante la madrugada del martes, el crucero USS Yorktown disparó dos misiles y hundió una patrullera del tipo Wadi. Dos cazabombarderos A-7 del portaviones Saratoga volvieron a atacar la base de misiles SAM-5, cuyo radar no había sido destruido por completo en el ataque del lunes. A las 7.07 (hora de Washington), el último incidente del que había informado el Pentágono a la hora de transmitir esta crónica, dos cazas A-6, que despegaron del Saratoga y del Coral Sea, hundieron una patrullera Nanuchka cerca de Benghasi.

Mientras tanto, se debatía en el Congreso la ayuda militar a la contra, y Reagan necesita un éxito exterior para continuar su política de presión militar sobre Nicaragua. El presidente está realizando un ejercicio práctico de demostración del poderío militar de Estados Unidos, algo siempre aplaudido por una opinión pública inmersa en la ola de patriotismo estimulada por esta presidencia. En Filipinas y Haití se ha visto un nuevo íntervencionismo norteamericano y un deseo de actuar activamente en defensa de la revolución democrática en cualquier punto del mundo.

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Washington se prepara ante eventuales represalias de Trípoli

Viene de la primera página

Reagan demuestra, coja las acciones de la VI Flota contra Libia, que los miles de millones de dólares gastados en defensa son útiles, en un momento en que se ha roto el consenso sobre el rearme, que ya se considera excesivo, y el presupuesto va a ser recortado.

Hasta ahora, Reagan ha logra do dos de los objetivos, que perseguía: poner fuera de combate la base de misiles SAM-5 de Sidra y enviar un serio mensaje a la URSS de que considera excesiva su relación militar con Tripoli. Gaddafi difícilmente puede permitirse el riesgo de una escalada militar, perdería el núcleo de sus fuerzas armadas y correría el riesgo de ser desestabilizado en un golpe interno, según analistas norteamericanos. En segundo lugar, Reagan está advirtiendo a Gaddafi que pagará por sus acciones de apoyo al terrorismo y que sus intentos expansionistas o de desestabilización de sus vecinos (Chad, Túnez, Egipto o Sudán) serán enfrentados con la fuerza. Reagan está también demostrando a la opinión pública mundial y a sus conciudadanos que su retórica va a acompañada de acción cuando es necesario.

Estados Unidos dijo ayer que no quiere alargar la batalla de Sidra -iniciada el lunes tras el ataque de misiles libios, de fabricación soviética, contra aviones norteamericanos-, cuyo desarrollo "depende de la voluntad de Gaddafi". Washington llevó la crisis al Consejo de Seguridad de la ONU y acusó a Libia de agresión.

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